© COMO ALICIA EN EL PAIS DE LAS
MARAVILLAS
Utilizando como alegoría la conocida fábula de Lewis Carroll, expongo una reflexión sobre el porqué de nuestra estancia en este mundo.
Estamos llenos de dudas y frustraciones ante la “magnitud de
la maldad” que nos rodea y por tener que reconocer lo poco que podemos hacer.
Nos hemos dado cuenta -cada uno en su momento y no todos- que la falsedad y el engaño impregnan todo lo que sabíamos, todo lo que nos habían enseñado y todo lo que parecía más sagrado.
Esto nos hace preguntarnos: qué hacemos aquí, en medio de
este follón, si no podemos mejorarlo y, lo que es peor, si no podemos evitar
sufrir los estragos de estar inmersos en esta realidad inhumana.
Nuestro "despertar" no ha hecho más que añadir
sufrimiento a nuestro vivir, algo que a los que son ignorantes de la situación
no les afecta.
La explicación que me ha venido a la cabeza es que nuestras
almas, al decidir encarnarse en este mundo, ya eran conscientes del lugar donde
se metían y querían experimentarlo... ¡no cambiarlo!!
Lo que ocurre es que lo hemos olvidado y ahora nos parece
que debemos hacer algo para luchar contra tanta maldad. Y no, de lo que se
trata es de transitar por entre el desbarajuste y las contradicciones sin que
nos afecten, a la vez que damos ejemplo con un comportamiento sereno y
confiado.
La experiencia consistiría en mantener el equilibrio y
atravesar nuestra existencia sin mirar a los lados. Recorrer el “túnel del
terror” que es este mundo y salir de él indemnes y en paz.
Ni amenazas ni tentaciones de ningún tipo deben alejarnos de
nuestro centro y en eso estaría el motivo vital por muy incomprensible que
pueda parecernos.
Es lo de las tres clases de cosas que hay en la vida: las
que dependen de ti, las que dependen de los demás y las que dependen de Dios.
En la misma línea está el ruego que pide serenidad para
aceptar las cosas que uno no puede cambiar, el coraje para cambiar aquellas que
sí podemos y la sabiduría para reconocer su diferencia.
Algo importante además, es tener en cuenta que estamos en el
mundo ¡pero no somos del mundo!
En conclusión. La vida es una gran yincana, una carrera de
obstáculos y nuestra tarea al participar en ella es ir superándolos y salir
victoriosos.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 13
septiembre 2024
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