24.5.21

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos

UNA VIDA EN LIBERTAD POR DEBAJO DEL RADAR 

Luchad, y puede que muráis. Huid y viviréis… un tiempo al menos. Y cuando estéis en vuestro lecho de muerte dentro de muchos años ¿no cambiareis todos los días desde aquí hasta entonces, por una oportunidad, sólo una oportunidad, de volver aquí y decir a nuestros enemigos: Pueden quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán… ¡La libertad! ― William Wallace, Braveheart

Una imagen épica a lo mártir en plan William Wallace, es lo que muchos tienen en mente a la hora de enfrentarse a la tiranía. Cuando precisamente es la única postura que alguien con un mínimo de inteligencia sería la última en adoptar. Exponerse hoy ante el rodillo hegemónico corporativo, es más un lujo de la disidencia controlada sistémica, que una táctica inteligente.

Una táctica poco inteligente para rebelarse

Nos han dibujado una idea del héroe que se expone a pecho descubierto, para ser sacrificado públicamente casi con total seguridad, cómo precio a la liberación. Es una manera indirecta de decirnos, que acabaremos mal si decidimos encabezar una rebelión. La propia imagen de un Cristo crucificado, es un aviso para todos aquellos que decidan seguir el ejemplo.

Si lo piensas un poco, esa imagen de líder heroico de masas en favor del pueblo, es justo la que proponen, para que de una manera muy cortoplacista, seamos nosotros mismos los que nos identifiquemos frente al sistema, haciendo más ruido que daño. Se puede decir que ya nos han propuesto unos modelos, especialmente diseñados para que no lleguemos muy lejos.

Y es que cuando estos mismos modelos de héroe-mártir, que alcanzan la gloria frente a todos en un homenaje de justicia y ego, se nos proponen a través de los mismos canales de la corporación, es precisamente porque quieren que los adoptemos. No hay manera más sencilla de acabar con la disidencia, que tenerla bien identificada por ruidosa, reactiva y cortoplacista.

No somos conscientes de hasta qué punto, se ha llevado a cabo la programación, cuando hablamos de nuestros propios valores, o mejor dicho, los que consideramos nuestros valores desde siempre, cuando todas nuestras fuentes y canales de conocimiento, han estado siempre intervenidos desde el primer momento, para moldearnos como esclavos.

Siendo reactivos señalamos nuestra posición

Darle armas al enemigo, es permitirle ver hasta qué punto te afecta todo lo que dice y hace. No necesariamente implica ponerte de su lado o traicionar tus propios principios o a quiénes están contigo. A veces basta simplemente con dejarse ver, o con reaccionar a cada estímulo y trampa que nos ponen delante, de forma que estamos entregando información siendo reactivos.

Hay que tener una libertad muy trabajada por dentro, para no dejarse atrapar por el desánimo. Este jugar a no perder, supone una escisión sobre nosotros mismos, en la que dejamos ver lo que tenemos que dejar ver, de cara a lo social, mientras mantenemos nuestro núcleo lo más intacto posible, que no es fácil, porque lo de dentro y lo de fuera se terminan uniendo.

Nuestras propias normas se aplican sobre nosotros a través del canal de la voluntad, que se acopla y que se amolda a las normas del entorno. Siempre y cuando estas normas no vayan contra nosotros mismos. Pero en el momento en el que se produzca esta ruptura, la voluntad va a decir que no. Y estará en esa libertad interior, el tener que discernir si mostrarnos o no.

Una vez hayamos dicho “por aquí no se pasa” ante el intento de intromisión con violencia legal, física o social en nuestra individualidad y nuestros derechos, frente al rodillo hegemónico  aceptado por la mayoría, ya no pasaremos jamás desapercibidos. Es aquí donde mentalmente nos situaremos en primera línea de batalla, arengando a los escoceses a lo William Wallace.

La sobreexposición es una desventaja táctica

Y después de la sobreexposición, nos daremos cuenta demasiado tarde, que entre nuestras propias filas, algunos ya han perdido por completo su capacidad de discernir, y no solo dejarán pasar, sino que consentirán y serán partícipes, aunque vaya contra sí mismos o incluso contra sus propios hijos, creyendo así que mantendrán algún privilegio o dejarán de ser perseguidos.

Este básicamente es el guion del héroe que nos proponen seamos, en el caso de que decidamos sacar los pies del tiesto. El que se pone delante de la fila identificándose a sí mismo y a todo el grupo, de manera que sea mucho más fácil terminar con toda la agitación, una vez se ha herido de muerte el liderazgo, dando ejemplo de lo que le pasa al que decide rebelarse.

Mientras que la sobreexposición es una desventaja táctica para los rebeldes, quienes se sobreexponen como cabezas visibles en la corporación, cumplen la función de escudos humanos o testaferros, desviando la atención públicamente hacia aquellos que se exponen como protagonistas, ocultando y protegiendo la identidad de los verdaderos artífices.

El mejor ejemplo que ilustra esto, es la lista de las personas más ricas del mundo publicada por Forbes todos los años ¿De verdad nos creemos que esas personas son las más ricas del mundo? Si piensan que nos quedamos ahí, en esa portada y en esa lista, es porque siguen la pauta de inteligencia militar, de darnos información como si fuéramos críos o tontos.

Astutos como serpientes e inocentes como palomas

Así dice al menos lo que han dejado para el público en Mateo 10:16. Si dejamos de reaccionar a cada noticia, a cada enlace, a cada amenaza, o a cada cebo informativo que nos dejen al alcance de la mano, a modo de señuelo, dejaremos de ser sumamente identificables a la hora de reaccionar, nuestra respuesta será mucho más efectiva, por ser imprevisible.

Ser creativos, aprender a no dejar pistas, a utilizar el lenguaje bajo las barajas y el tablero sobre los cuales nos vemos obligados a jugar, de forma que leamos entre líneas e interpretar el verdadero mensaje que queramos trasladar. Si la Corporación nos trata como si fuéramos idiotas, bajando el nivel y estupidizando al receptor, nosotros tenemos que ser más inteligentes.

Nuestra fuerza está en la individualidad, y manteniendo esa capacidad creativa, en la unión de lo diferente. Alejados de cualquier hegemonía monocolor totalitaria, que pretenda borrar cualquier atisbo de creatividad, o singularidad propia de las almas individuales, que no responden a jerarquía alguna. A las jerarquías organizadas, se las derrota siendo imprevisibles.

Tenemos que aceptar que no todo el mundo entiende lo que se está jugando. No solo de cara a su libertad y sus derechos, sino a todo lo que trasciende detrás de la voluntad y libre albedrío, y su implicación en el karma. Debemos aceptar el ritmo y camino individual de cada uno y no jugar a convencer, porque no tenemos que convencer en un plano racional. Ese no es el juego.

Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los hombres buenos.

https://www.desesperadostv.com/2021/02/una-vida-en-libertad-por-debajo-del.html

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