TE ESTÁN ROBANDO LA VIDA...
… porque no haces nada por defenderla
Casandra, la voluptuosa hija del rey de Troya, era
sacerdotisa. El dios Apolo, desesperado por poseerla, le prometió regalarle un
don si ella accedía a sus requerimientos. Retozaron largo rato en una nube, y
Apolo, más que satisfecho, le regaló el don de la presciencia, la capacidad de
ver las cosas mucho antes que el resto.
Pero Apolo se enamoró y quiso dar continuidad a aquel encuentro fugaz.
Casandra, que era independiente, le ofreció únicamente lo que hoy llamaríamos
una amistad con derechos (pero sin garantías ni exclusividad). Apolo lo tomó a
mal y la maldijo, ella vería el futuro, pero nadie le creería y se burlarían de
sus advertencias.
Así ocurrió cuando Casandra advirtió una y otra vez de que
el Caballo de Troya era un regalo envenenado. Se rieron de su prevención, la
llamaron conspiranoica, y luego, como insistía, la encerraron por loca. Del
caballo surgieron soldados, abrieron las puertas y Troya ardió durante siete
días. Solo se salvó, escapando por un pasadizo, un pequeño grupo que, si bien
no creía del todo en Casandra, sí guardaron la precaución necesaria para no
verse sorprendidos por el ardid del enemigo.