5.9.25

No podemos retirarnos porque nosotros somos la vida de la que nos queremos retirar

NO PODEMOS RETIRARNOS DE LA VIDA

Por muchos retiros que hagamos, jamás podremos retirarnos de la Vida. Nos pueden ayudar a recolocarnos. A escucharnos mejor. A darnos un respiro. A ver con perspectiva. Pero si estamos huyendo de algo, seguirá estando ahí cuando volvamos. Porque TODO de lo que queremos escapar late en nosotros. En nuestra mente. En nuestras creencias. En nuestra manera de interpretar la vida. A nosotros. A los demás.

La Respuesta es que NO hay respuesta. El Sentido que le buscamos a las experiencias dolorosas, a las catástrofes naturales, a nuestra sensación de perdición, a la oscuridad del mundo…, no es más que un intento por hacer que lo que nos duele, nos duela menos. Que lo que no entendemos porque no es entendible, lo entendamos más. Un intento para sentirnos menos inseguros. Para creer que controlamos más. Para alejarnos de nuestra vulnerabilidad.

No podemos retirarnos de la Vida porque nosotros somos la vida de la que nos queremos retirar. Escapar. Ocultar. Disfrazar. Excluir. Separar. Maquillar.

¿Dónde está sucediendo la Vida? ¿Fuera de ti? ¡No! ¡Eres tú esa Vida! ¡Eres tú la que está sintiendo lo que sientes y pensando lo que piensas! Lo de «fuera» no son más que imágenes que tu mente, tu cuerpo, tus sentidos interpretan, perciben.

¿Dónde empiezas tú y dónde empieza el otro? ¿Hay realmente alguna separación más allá de lo aparentemente visual? ¿Hay alguna separación entre las olas del Mar…?

Cuando estamos alegres, contentos, eufóricos, en paz, amamos la Vida. Ansiamos más de ella. Más de lo que estamos sintiendo.

Cuando estamos cabreados, desolados, frustrados, desesperados, ansiosos, estresados, perdidos, deprimidos, sufriendo…, lo que queremos es desaparecer de la Vida. Menos de lo que estamos sintiendo. Y es cuando empezamos a buscar mil y una maneras para arreglarla o arreglarnos. Como si hubiera algo mal en ella, en nosotros. Como si la cara más oscura de la Vida fuese un error.

el error es creer que esa cara no debería existir. Que no deberíamos sentir ciertas emociones desagradables. Que no debería ocurrir nada que nos tambalease. Que nos sacara de nuestra zona de confort. De nuestra comodidad.

El «error» es pretender que esa cara de la moneda de la Vida desaparezca. Un error que cometemos que es perfecto porque forma parte de nuestra ignorancia. De nuestra humanidad. De lo que tenemos que aprender. Es un camino más de aprendizaje que llega a su fin cuando nos hartamos de buscar y buscar y no encontrar ninguna solución. Nada que valga. Porque es un imposible. Porque la Vida son las dos caras, no solo la que nos aporta diversión, risas y estabilidad.

Nos hartamos de tanta información que hace que nos estalle la cabeza. Nos hartamos de tanta terapia, de tanto taller, de tanto libro, de tantas técnicas, de tantos métodos, de tantas herramientas que, si somos honestos, usamos para controlar lo que es incontrolable. Para escapar de sentir lo que no queremos sentir porque no nos resulta agradable.

Y puede que llegue un momento (o no llegue nunca) en el que «despiertes» a la realidad. Y te des cuenta de que la Vida siempre ha sido perfecta tal y como ha sucedido y sigue sucediendo. Que las experiencias traumáticas, duras, dolorosas, que nos partieron el corazón en mil pedazos, que nos dejaron arrastradas por el suelo, también fueron perfectas, por muy desagradables y jodidas que fueran. Porque tanto las luces como las sombras nos hicieron ser como somos ahora. Lo cual no es una justificación para el sufrimiento. Para sentirnos mejor con nuestro pasado. Es una realidad.

Todo es perfecto no porque lo sintamos perfecto sino porque no podría haber sucedido de otra manera. Porque no pudimos evitar nada de lo que creemos que pudimos evitar. Porque hay cientos de variables de las que no somos conscientes que intervienen en todo lo que nos sucede. Por lo que buscar una razón, un por qué, un para qué, deja de tener sentido cuando lo comprendes. Comprendes que por mucho que busques el sentido, lo único que encontrarás será el sentido que tu mente (con todas sus creencias, condicionamientos y programas adquiridos) le dé a lo que has vivido. Lo cual no es el sentido de lo que has vivido sino únicamente la interpretación que realiza tu mente. Su conclusión subjetiva.

Puede que llegue un momento en el que todo aquello que sostenía tus creencias se caiga por completo. Porque te des cuenta de que tan sólo eran mecanismos para hacerte sentirte segura. Para mirar hacia el mañana y así evitar lo que ahora estabas sintiendo.

Cuando lo ves claramente, ya no puedes escapar más. Es decir, puedes hacerlo, pero al ser consciente de que sólo es una vía de huida que no te va a beneficiar en nada, dejas de hacerlo de manera natural. O, al menos, si decides escapar, lo haces con absoluta libertad. Teniendo claro cuál es la raíz de tu decisión, que es lo que ignorabas antes.

El Poder que tenemos es el poder de nuestra Libertad. Pero para ser libres, es necesario ver con claridad desde dónde hacemos lo que hacemos, decidimos lo que decidimos, elegimos lo que elegimos. Porque si no, por mucho que creamos que estamos eligiendo libremente, serán nuestras creencias las que lo estén haciendo y no nosotros. Y sólo comprendiendo de manera profunda las creencias que tenemos, podemos elegir seguir teniéndolas o no.

La Libertad implica ser libre de cualquier creencia. Teniendo en cuenta que lo que haces, lo que decides en cada instante, no es porque tu mente te lo diga, sino porque lo sientes internamente, independientemente de lo que tu mente te diga. Yo puedo seguir una alimentación que se ha llamado vegana, no por creencia sino porque mi cuerpo rechace ciertos tipos de alimentos. Lo que escucho es al cuerpo, no a la mente. Es muy diferente. Y al cuerpo se le escucha cada ahora. Si mañana mi cuerpo me pide queso o carne, yo le haré caso aunque «hoy sea vegana».

Pero la mayoría escucha sus creencias en lugar de a su cuerpo (por muy espirituales que sean éstas). Y ahí es donde acaba la libertad y empieza la prisión del dogma.

Cada persona es distinta. Y es distinta en cada momento. Lo que hoy me sirve, mañana puede no hacerlo. Lo que hoy me sienta bien, mañana quizás me enferme.

En lugar de escucharnos, escuchamos a los «expertos». Y pasamos a ser dependientes de otras personas. Y todo porque no confiamos en nosotros mismos. Y así pretendemos sentirnos «empoderadas» cuando ni siquiera conocemos «nuestra voz interior». Cuando la estamos confundiendo constantemente con nuestras creencias y con toda la información que nos hemos metido en vena.

Una cosa es pedir ayuda en un momento dado y otra utilizar ese recurso constantemente para arrebatarnos el poder y maestría que todos tenemos.

Si quieres ser libre, lo que necesitas es confiar en ti. Quedarte contigo, con todas tus emociones, por muy desagradables que sean. Porque es la única manera de aprender a hacerlo. De dejar de creer que necesitas a «quién sea» para salir adelante. Para sentirte. Para levantarte. Para sacarte las castañas del fuego.

A veces, la Vida nos quita todas las ayudas para que no podamos agarrarnos a nada ni a nadie para así descubrir que no necesitas a nada ni a nadie para ¡vivir! Y eso no significa que vayas a aislarte de todo el mundo. Significa que cuando sabes, por experiencia propia, que eres absolutamente independiente emocionalmente de cualquiera, eliges desde la Libertad Real. No desde el miedo a quedarte sola. No desde el miedo a «yo no puedo», «yo no sirvo», «yo no sé», «yo no valgo». Y, evidentemente, te vuelves mucho más selectiva porque lo que antes elegías por dependencia, por necesidad, ahora ya no lo eliges. Y eso te quita a muchas personas, relaciones, vías de escape de todo tipo, de encima.

Todo el mundo quiere ser libre, pero nadie quiere pasar por la «soledad» que implica descubrir todo tu poder.

Porque hasta que no sabes estar bien contigo misma, en paz contigo misma (lo que no significa sentir paz), sostener todas y cada una de tus emociones, de tus pensamientos oscuros, de tus caídas, no puedes ser libre de verdad. Porque inconscientemente, en cuanto empiece la incomodidad, llamarás a quien sea para deshacerte de lo que crees que eres incapaz de sostener. O escaparás de otra manera. O irás a hacer una terapia que NO necesitas, un curso, un taller, un retiro, sexo, drogas, fiesta, series, películas, documentales (incluidos los espirituales), libros, formaciones, redes sociales etc. Hay mucha oferta para escapar de ti. Espiritualidad incluida… Este blog, mis libros, mis escritos, incluidos también.

Llega un momento (si llega…) en el que asumes que la Vida es así. Tan dulce como amarga. Y que por mucho que la «conozcas», no te librarás de sentirla. De Sentirte.

El autoconocimiento sirve para ver qué es lo que a ti te sienta bien o mal. Y es algo a ver en cada momento. Y sólo tú puedes hacerlo, no ningún experto por muy experto que sea.

Sirve para cuidarte. Para decir NO a lo que te desequilibra y SÍ a lo que te equilibra. Pero cuidarse no es garantía para no volver a sufrir. Para no enfermar. Para no desequilibrarte. Para no sentir dolor nunca jamás. Ni tristeza. Ni rechazo. Ni impotencia. Ni rabia. Ni frustración.

¡Olvídate de la zanahoria de la Iluminación y de la perfección donde la incomodidad y lo desagradable desaparece por siempre jamás! ¡Eso NO es real!

Esa creencia es la que te hace sufrir más y te arrebata la verdadera libertad de vivir la vida tal y como es en cada instante. Sea placentera o dolorosa. Y te lo digo por experiencia. Porque sé la diferencia entre un estado y el otro. Entre buscar la zanahoria (lo cual también fue perfecto) y asumir la Realidad de las dos caras de la moneda de la Vida.

No podemos retirarnos de la Vida porque la vida es allá y acá. Arriba y abajo. Dentro y fuera. En el Cielo y en la Tierra. En la Luz y en la Oscuridad. En la salud y en la enfermedad.

Lo es todo. Y es muy lícito tanto estar eufórico como jodido. Tanto escapar como quedarse. La diferencia es que escapar te lleva a sufrir más y a ser prisionera de tu miedo a sentir. Y quedarte te lleva a sentir la intensidad absoluta de la vida, de ti, y a ser libre de ella por no temerla.

La Espiritualidad no es más que un camino más que puedes usar:

  1. O para escapar de la Vida.
  2. O para llegar a descubrir que Espiritual es Todo, que tanto la luz como la oscuridad son Sagradas y Divinas y que no puedes (ni necesitas ya) escapar de ellas.

Y se suele empezar por el 1 y, con «suerte», acabar en el 2.

https://lhatidos.wordpress.com/2025/08/17/no-podemos-retirarnos-de-la-vida/

No hay comentarios:

Publicar un comentario