HAY ALGUIEN EN MI CABEZA, PERO NO SOY YO
Ouspenski decía en 1947 que un hecho de prodigiosa importancia había escapado a la psicología occidental: que el hombre no se recuerda a sí mismo, que vive, actúa y razona en un sueño profundo, en un sueño no metafórico, sino absolutamente real. Desde los recientes avances en la neurociencia y las ciencias cognitivas, la psicología occidental acaba de ponerse al día, y el cuadro que pinta encaja perfectamente con el esoterismo cristiano revivido por Gurdjieff y Mouravieff. De hecho, el hombre es una máquina gobernada por influencias externas.
Para el psicólogo Daniel Kahneman, nuestra forma de pensar se compone de dos sistemas. El primero, el pensamiento rápido o sistema 1 (inconsciente adaptativo de Timothy Wilson), es inconsciente, intuitivo, no requiere demasiado esfuerzo, es incontrolable y no intencional. Este sistema no está sujeto a dudas. Simplifica acontecimientos, elimina ambigüedades, saca conclusiones precipitadas y utiliza un sistema de asociación de ideas para producir un esbozo rápido de una situación determinada, así como para construir una historia lo más coherente posible. El Sistema 1 reconoce instantáneamente los modelos de situación y permite “producir soluciones apropiadas”: