PSICOPOLÍTICA: CUANDO LA
LIBERTAD HACE ESCLAVOS

El poder
disciplinario es el control del cuerpo del otro con fines productivos. La
sociedad crece alrededor de núcleos de reclusión y adoctrinamiento que
organizan y administran la vida de los individuos: la escuela, la fábrica, el
cuartel, el hospital, la cárcel.
El cambio de un
poder a otro coincidió con la transformación de una sociedad agraria en otra
industrial. Las nuevas formas de producción y el nacimiento de la idea de
“progreso” harían que la disciplina social fuese cada vez más importante. El
sueño, una comunidad capaz de “funcionar” como un mecanismo de relojería.
La sociedad
disciplinaria excluyó las emociones y fomentó la mentalidad burguesa que
dominaría el siglo XIX, aquella sobre la que se erigió el primer capitalismo,
porque consideraba que las emociones eran un obstáculo para el objetivo y
correcto funcionamiento de la sociedad, pues había descubierto que la
estadística era la ideología perfecta para el crecimiento ilimitado.
Pero el siglo
XX iría averiguando poco a poco que, puesto que la masa se mueve por impulsos
emocionales de manera natural, quien sabe manipular tales impulsos adquiere el
poder con una facilidad también más natural que el recurso disciplinario.