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10.3.20

Tenemos que detener a los profetas de esta religión del victimismo y el odio

EL MARXISMO CULTURAL COMO RELIGIÓN DE ESTADO

(Y secta destructiva)

"The Madness of Crowds", de Douglas Murray, es uno de los libros más importantes de los últimos años. Es una llamada de atención sobre el estado de locura colectiva al que nos está arrastrando la “política de la identidad” feminista-multicultural-homosexualista. 
Propongo, en diálogo con Murray, las siguientes seis tesis:

1) La política de la identidad implica el fin del individuo, que es disuelto en la tribu. El marxismo cultural divide a la sociedad en grupos enfrentados: es la lucha de sexos, razas y orientaciones sexuales sustituyendo a la de clases. Al hacerlo, colectiviza tanto la responsabilidad moral (formidable regresión: “¿pecó él o sus padres?”, Jn. 9,1) como el pensamiento, los intereses y las necesidades. Por ejemplo, si Fulano Pérez le pega a Mengana Rodríguez, no se trata de una agresión de pareja, sino de un episodio más de la eterna batalla en la que los hombres como colectividad intentan dominar a las mujeres como colectividad.

19.2.20

Una ley contra discriminación que es un recopilatorio de ventajas y privilegios

¿SON LOS HOMOSEXUALES SERES SUPERIORES?             
La pregunta tiene miga: ¿Son los homosexuales hombres y mujeres superiores? Porque eso es lo que la propaganda mediática y estatal nos hace creer. Aunque propalan que son simplemente parte de “la diversidad” de género, su privilegiada fuerza mediática nos empuja a verlos como seres superiores. Más osados, valientes y hechos a sí mismos que los vulgares varones a los que les gustan las mujeres, a los que se les deja como idiotas o, peor, como violadores en potencia. Si un hombre es heterosexual y forma una familia corriente, está siempre bajo sospecha. Si es un gay, es un líder.

Y todo esto no es casual. No puede serlo. Porque una cosa es reconocer la igualdad de derechos y deberes para las comunidades LGTBI y otra muy distinta, privilegiarlos. Por ejemplo, si unos cuantos miles de hombres y mujeres heterosexuales se manifestaran por las calles como lo hacen los homosexuales, algunos (y algunas) en pelotas y con gestos provocadores, se les censuraría en los medios e incluso se les reprimiría duramente. Por el contrario, los homosexuales pueden montar incluso orgías en los desfiles gay y no les pasa nada. De hecho, se les aplaude.