LA DECADENCIA DE OCCIDENTE
En las últimas décadas los países occidentales han tendido
hacia un menor crecimiento económico, un mayor endeudamiento y una creciente
desintegración familiar y social, como muestran una variedad de indicadores.
Por lo tanto, la apreciación subjetiva de que vivimos una época de cierta
decadencia está refrendada por la evidencia.
La pérdida de valores es patente tanto en la esfera privada como en la pública, como lo es el aumento de familias destruidas y la correspondiente disminución de felicidad individual. Asimismo, se constata una falta de cohesión social que promueve los conflictos internos, una irritación creciente ante la percepción de que el sistema no funciona y un empobrecimiento encubierto bajo las irreales estadísticas oficiales.