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28.7.25

Tatuarse ya es una obligación social. El que no se tatúa queda fuera del grupo

TATUAJES                                                              

Cuando la estética se convierte en envenenamiento crónico.

Cuando uno se tatúa, no está decorando su cuerpo, está cargándolo de veneno. Y no en sentido metafórico. Literalmente. Porque las tintas de tatuaje están compuestas en gran medida por metales pesados, hidrocarburos aromáticos policíclicos y otras sustancias que, inyectadas bajo la piel, no permanecen ahí inmóviles como pigmentos de una cerámica, sino que migran lentamente, atraviesan el organismo, se acumulan en ganglios linfáticos, hígado, bazo, torrente sanguíneo, y se incorporan a procesos fisiológicos que en ningún caso estaban diseñados para gestionarlos. 

El cuerpo, al recibir estos materiales, no los reconoce como inocuos: activa su sistema inmunitario para tratar de eliminarlos, lo que provoca una inflamación persistente de bajo grado que lo mantiene en estado de alerta crónica. En otras palabras: el tatuado está envenenado, y lo estará mientras lleve esas tintas en el cuerpo. Cada segundo.

5.5.25

Porque si alguien sobrevive sin arrodillarse, será el espejo insoportable de su sumisión

SEGUIMOS CAYENDO COMO MOSCAS 

Muy pronto, el Poder Global impondrá la vacunación obligatoria al rebaño a través de sus perros de la OMS y del Ministerio de Sanidad. ¿Por qué? Por dos razones que no saldrán jamás en la prensa, pero ya se filtran como gas nervioso entre las ruinas del relato oficial.

La primera: necesitan conectar nuestras mentes a la Inteligencia Artificial, domesticar la especie hasta el punto de borrar la voluntad individual, para que ellos —los arquitectos del colapso— puedan vivir sin riesgos ni rebeliones. Y porque está escrito en la doctrina de la Torah: Ellos son los únicos humanos. Los goyim son ganado, animales sin valor.

8.4.24

Todo y los obstáculos, nadie quiere irse y va buscando la felicidad como mejor puede

© EL CAMINO DE LA VIDA                        

¿DISFRUTE O SUFRIMIENTO? ¿REGALO U OBLIGACIÓN?

Del camino de la vida todo el mundo puede hablar según le va o según le ha ido. Cierto que hay momentos de todo porque el camino se hace caminando. En el trayecto surgen posibilidades diversas que deberemos ir tanteando para encontrar las que nos resulten más deseables.

Todo en ese camino tiene su precio. De hecho, con la vida nos estrenamos llorando y con sensación de desamparo al pasar de un ámbito acogedor a un entorno hostil y frío.

Todo es nuevo y extraño, necesitamos aprenderlo todo con unas herramientas precarias, insuficientes, (no tenemos manual de instrucciones) pero a pesar de las dificultades, se nos despierta la ilusión y la curiosidad, y nos lanzamos de cabeza a ello.