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17.1.25

El hombre, dueño de su destino y de su alma, será el responsable último de dar fruto

SOBRE EL BIEN COMÚN                     

Decía Peter Kreeft que una sociedad buena es aquella en la que es fácil ser bueno. En este sentido, ¿es buena nuestra sociedad? Y ¿de qué depende su bondad? El concepto esencial para responder a esta pregunta es el bien común, un concepto tan relevante que explica en gran medida el destino de las sociedades, el bienestar y felicidad (siempre relativa) de sus ciudadanos y su desarrollo material, intelectual, emocional y espiritual. Por lo tanto, el bien común tiene una importancia trascendental, a pesar de lo cual es raro que se mencione y aún más raro que se comprenda.

Definamos el bien común

Utilizando la vía negativa, conviene aclarar en primer lugar lo que el bien común no es. El bien común no es la suma de los bienes de los miembros de una sociedad, ni se refiere a los bienes de titularidad pública, a la existencia de servicios públicos o a algún tipo de colectivismo o redistribución de la riqueza.

14.7.23

Salvar el libre albedrío para conservar la vida y la conciencia de la belleza de esta vida

LA CAÍDA CADA VEZ MAYOR DEL HOMBRE        

La tolerancia y la apatía son las últimas virtudes de una sociedad moribunda. ~ Aristóteles

Este es un tema sobre el que he tratado o escrito extensamente durante mucho tiempo, pero es de vital importancia si la mayor parte de la sociedad ha de aceptar alguna vez el hecho de que su libertad y prosperidad dependen totalmente de sus propios esfuerzos, y nunca deben dejarse en manos de reyes, gobernantes, presidentes, tecnócratas o gobiernos. 

Depender del Estado para cualquier reparación de agravios, para cualquier retorno a una sociedad más libre, o cualquier expectativa de justicia frente a la bestial agresión del Estado, nacional o extranjera, es una estupidez. Equivale a esperar que el esclavista voluntario dirija los esfuerzos para liberar a todos los esclavos. Esta actitud aparentemente ha consumido a las masas indiferentes hasta tal punto que ha causado una ceguera total a la realidad de su propia desaparición planeada.