24.7.25

La Vida es una sorpresa. Un misterio para vivir, para experimentar, no para resolver

TODOS LO HACEMOS LO MEJOR QUE PODEMOS   

Nacemos inocentes, pero no sabios. El aprendizaje lo trae la experiencia vital. Y cada uno está en un punto del camino diferente. Esto implica que culparse (a uno mismo o a los demás) por no saber no tiene ningún sentido. Igual que no tiene ningún sentido juzgar a un bebé por no saber correr cuando aún está gateando.

Esto que parece tan obvio no lo acabamos de comprender en profundidad. Porque si lo hiciéramos, la culpa no aparecería. Si comprendiéramos que en todo momento (y todos) lo hacemos lo mejor que podemos, no nos castigaríamos tanto cada vez que creemos que no hemos actuado como creemos que deberíamos haberlo hecho.

Debajo de la culpa (y hablo por experiencia propia), lo que hay es ausencia de humildad. Y aparentemente podemos ser personas que no muestran soberbia ni arrogancia ni prepotencia, pero una cosa es lo que habita en la superficie y otra muy distinta, lo que se cuece por dentro. Que la mayoría de las veces si siquiera somos conscientes de ello.

SI crees que ya deberías saber, que con lo que has estudiado, con lo que te has formado, con lo inteligente que eres, a tu edad, tendrías que haber actuado de otra manera, es que no has entendido nada. Porque el Saber no es un conocimiento fijo. Si la Vida es un constante aprendizaje, ¿cómo puedes llamarte conocedor de «lo que sea»?

No podemos equiparar un conocimiento técnico (andar en bicicleta, conducir, cocinar, nadar…) con el autoconocimiento. Con el saber interno, emocional, vital. Porque éste no es algo que acabe nunca. No es un destino, es un camino. Y el conocimiento adquirido es muy limitado porque se basa en lo conocido. Y lo conocido habita en el pasado (aquello que está muerto). Y la verdad siempre habita en el instante presente (aquello que está vivo).

Lo que eres, piensas, sientes en este instante no tiene nada que ver con el del instante anterior ni el siguiente. Si no tienen nada que ver, si es siempre una respiración nueva, un latido nuevo, ¿cómo vas a saber qué hacer si aún no ha sucedido? Lo que sabemos, lo sabemos porque ya pasó. No sabes «antes de». No sabes lo que es ser madre antes de tener un hijo. Un curso, una formación, no te hace conocedora de nada. Sólo te aporta teoría. Y la teoría no es sabiduría porque no proviene de la experiencia propia, sino de la de los demás. Y la experiencia ajena no te sirve para vivir. Puede señalar, puede darte ideas, palabras, pero ya está.

Cuando sentimos culpa, la sentimos porque nos creemos más sabios de lo que somos en realidad. Y eso hace que surja un conflicto por la dualidad que aparece entre «quién soy» y «quién creo que debería ser».

La realidad es que lo he hecho como lo he hecho. He actuado como he actuado. He reaccionado como he reaccionado. He sentido lo que he sentido. Esto es lo objetivo. El hecho. Lo real. Toda imagen, idea, sobre lo que DEBERÍA haber hecho, sentido, actuado, reaccionado, es falsa. Es una ilusión. Es imaginación. Es pensamiento. Viene de las creencias que tienes. Y las creencias provienen del pasado. Y el pasado está ausente de Verdad porque está «muerto». No sirve para AHORA.

Y cuando sientes culpa, también es «lo mejor que puedes hacer en ese momento» porque es lo que está sucediendo AHORA. ¿Para qué juzgarse, condenarse y castigarse por ello?

La Vida es Perfecta tal y como es por el mero HECHO de que es lo que está sucediendo. Los «me gustaría» que fuese de otra manera no es «la vida». No es la realidad. Es tu imaginación.

Esto no significa que tenga que sernos agradable, cómoda y gustarnos. Significa que ES LO QUE ES. Sean lágrimas o risas. Paz o guerra.

Estamos intentando cambiar el mundo (interno y externo) DESDE un lugar de incomprensión de ese mundo (interno y externo). Desde un lugar de juicio. De conflicto. De rechazo. De miedo. De pasado. De muerte. De imaginación.

Y así no es posible porque todo lo que salga de ahí (por muy bondadoso que intente ser) será desde una mentira. Desde algo que no es real. Y la solución no valdrá para nada porque se dará de bruces con la Realidad, que nada tendrá que ver con tu realidad soñada.

No nos atrevemos a mirarnos porque nos da miedo lo que podemos ver. Porque no somos humildes. Porque nos avergonzamos de nuestras acciones (u omisiones) porque CREEMOS que deberíamos ser mejores.

¿Mejores que quién?

No puedes ser mejor de lo que eres. Puedes comparar lo que eres con la imagen de lo que te gustaría ser y de ahí sacar la conclusión de que DEBERÍAS ser mejor. Pero es que la imagen de quién te gustaría ser ¡no existe! Está en un futuro que ¡tampoco existe!

Y eso no significa que no puedas cambiar. Significa que para hacerlo, es necesario que toques con los pies en el suelo, que te desnudes de tus disfraces, de tus máscaras, de tus apariencias, y que seas absoluta y radicalmente honesto para que Veas la Verdad que hay en ti. No la mentira con la que te maquillas para sentirte ¿mejor?

¿Cómo vas a cambiar si no te Ves? ¿Cómo vas a cambiar si no ves lo que es necesario cambiar? ¿Qué se supone que estás cambiando, entonces? ¿Una imagen mental?

En el momento en el que COMPRENDES profundamente que «todos lo hacemos siempre lo mejor que podemos» (sin que lo uses como excusa, justificación y evasión de tu responsabilidad), la culpa ya no se forma. Y si estaba, desaparece de raíz. Porque VES que no tiene por dónde agarrarse. Porque si SABES que no podrías haberlo hecho mejor en ese momento, en esa circunstancia, ¿de qué te vas a sentir culpable?

Los cambios sólo pueden producirse AHORA. Lo que ha pasado, ya no existe. Ya no puede modificarse. Pero puede usarse para aprender. Para reflexionar. Para cuestionar.

¡No tenemos ni idea de nada! La Vida es una sorpresa constante. Un misterio para vivir, para experimentar, no para resolver.

Lo que crees que sabes, ¡no lo sabes! Está en tu memoria. Está caduco. No puedes usarlo para lo que AHORA está sucediendo. Porque el tiempo de ahora es nuevo, la persona que eres ahora es nueva, las otras personas con las que te relacionas son nuevas (aunque sean las mismas), todo lo que te rodea es nuevo (aunque parezca lo mismo). Nada es estático (ni dentro ni fuera). Todo está SIEMPRE moviéndose, transformándose, naciendo, muriendo. No hay nada (ni nadie) que sea igual que en el instante anterior (aunque nos lo parezca).

Queremos que lo impermanente sea permanente. Que el viento no se mueva. Y eso es imposible. Y basamos nuestras teorías, nuestras creencias, nuestras «verdades», en estas falsas premisas. Por eso, seguimos buscando una felicidad, una iluminación, una perfección, que nunca llega. Porque la estamos buscando DESDE una ilusión. Desde una IDEA. Desde un pasado. Hacia un futuro «mejor».

La culpa (o cualquier otra emoción, sensación desagradable) no se puede eliminar. No se puede HACER nada. No hay métodos, técnicas ni herramientas que te lleven a sentir mejor, más espiritual, más perfecto.

Lo que sí puedes es investigar la culpa (o lo que sea) y VERLA en su totalidad. Y al VER, al aportar luz con tu atención, con tu conciencia, ésta puede desaparecer por sí misma de manera natural al DARTE CUENTA de que su raíz, su causa, proviene de una falsedad.

Conocerse es investigarse

No tiene nada que ver con arreglarse, con perfeccionarse, con mejorarse ni con iluminarse. No hay una meta, un destino, de «llegar a ser» otra cosa de la que eres en cada momento porque estás juzgando este momento de manera negativa al compararlo con una «mejor versión de ti» que NO existe.

Conocerse sucede AQUÍ y AHORA. Es un constante descubrirse. Lo que significa que cualquier etiqueta que te has colgado y con la que te identificas se cae por su propio peso. Porque toda identificación con «lo que sea» es pasado. Es limitación. Es contracción. Es ausencia de verdadera Libertad. Y, por lo tanto, de verdadero AMOR.

¿Cómo vas a decir que eres así o asá si cada instante de vida es nuevo y tú eres ese instante de vida viviéndose a través de tu cuerpo?

¿Qué significa ser todo lo que CREES que eres?

¿De dónde vienen esas creencias? ¿En qué tiempo habitan? ¿Para qué las necesitas? ¿Crees que las necesitas y que sin ellas no puedes vivir?

Las preguntas no están para ser respondidas sino para abrir nuevas posibilidades. Nuevos caminos (internos y externos). Para expandir la mente. Para pegarte un buen revolcón. Para que lo ¿conocido? deje de estar tan fijo y puedas mirar hacia otros lugares que te lleven, a su vez, a otros lugares.

Tenemos miedo de perder (cosas, personas, relaciones, hábitos, trabajos, placeres, estados de consciencia, comodidades). Pero no comprendemos que no es lo que pierdes, es lo que ganas. Que el mismo «miedo a» ya te está haciendo perder libertad. Ya te está esclavizando. Y tú no lo sabes. Y tú te crees que es por el sistema, por la cultura, por la sociedad, por «quién sea», menos por TUS creencias.

Todos lo hacemos lo mejor que podemos. Pero por mucho que te lo repitas como un mantra, no servirá de nada si no profundizas. Si no te miras. Si no VES tus miedos. Tu inseguridad. Tu avaricia. Tu prepotencia. Tu envidia. Tus celos. Tu rabia. Tu victimismo. Tu dependencia. Tu vacío. Tu soledad. Porque es al verlos, al escucharlos, cuando puedes comprenderlos de verdad. No porque lo hayas leído en un libro, porque hayas hecho un taller o porque un gurú te lo haya dicho y te lo hayas creído.

Es al Comprender, por experiencia propia, cuando se produce la liberación. Porque VES que las raíces son falsas. Y al Ver la falsedad, ésta se disuelve por sí misma sin que tengas que HACER nada ni pasar un proceso de ningún tipo para ello.

Investigarse, mirarse, no es un proceso. ¡Es la Vida misma! Es «estar atento». Es tomar consciencia. Una y otra vez. Y se realiza en un instante. No es gradual. No Ves por partes. Ves AHORA y YA. Si no, es que estás mirando con un ojo tapado… «por si acaso», «por miedo a». Y eso no es mirar. Así no podrás VER la Verdad (que es lo que queda cuando ves la falsedad).

La Paz, el Amor, la Libertad, la Iluminación, la Verdad, no se alcanza, no se logra, no hay un camino hacia ella, no hay que arreglarlas, mejorarlas, perfeccionarlas, evolucionarlas. Están AQUÍ siempre. Pero no las Vemos porque estamos absortos poniendo todo nuestro foco, atención en unas creencias que nos hacen sentir emociones que las tapan.

Al Ver la falsedad de esas creencias, como nubes en el cielo, se van y LO REAL, LO QUE SOMOS, puede ser Visto (el Cielo despejado).

No hay que convertir las creencias negativas en otras positivas o hacer que las nubes se conviertan en Cielo. Sólo es necesario desenmascararlas. Y sólo la atención de uno mismo, la consciencia de uno mismo hacia uno mismo, puede hacerlo. Nada ni nadie más. Lo demás puede aliviarte temporalmente. Pero ya está.

En las ramas jamás encontrarás la Raíz.

Lo hacemos lo mejor que podemos en cada momento. Pero ¡no te lo creas! Descúbrelo por ti mismo.

https://lhatidos.wordpress.com/2025/07/22/todos-lo-hacemos-lo-mejor-que-podemos/

 

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