25.2.21

Ser siempre UNO MISMO sin discusión: Mejor muerto, que renunciar a ser uno mismo

LA OBEDIENCIA NO ES NINGUNA VIRTUD              

La obediencia es la antesala de la esclavitud

La FALACIA de la «coñapandemia» está convirtiendo a los ciudadanos en puros objetos de ABUSO y de ESCARNIO de los políticos. Así que la pregunta es hasta dónde, y hasta cuándo, vamos a seguir consintiendo que nos la metan… con la sonrisa bajo la mascarilla.

Tanto en mi primer libro como en entradas previas he aludido repetidamente a lo que en su día bautizara como “Las cuatro Virtudes para el final de los tiempos”  (ConscienciaValorFuerza e  Inteligencia).

Cualidades que de hecho hilvané, allá por 2009, anticipando el estado de las cosas que nos quedaba por vivir; y coyuntura que, con excusa de la famosa “coñapandemia” como bien sabéis, ya se va desplegando claramente ante nosotros como una dictadura de manual (con sus toques de quedaconfinamientosrestricción de movimientos y de libertades, salvoconductospropaganda sin respiro y etc.)

Dictadura: 1. f. Régimen político que, por la fuerza o violencia [si se hace por las “buenas” ¿entonces no lo es?], concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales. (R.A.E.: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es  [11/02/2021].)

Y es que lo que los Secuenciales en su momento no lograron con el asunto del “terrorismo” (11-S, 11-M, etc.), lo han conseguido sobradamente manipulando el punto más flaco de los mortales: el miedo a palmar (o a “pasar de pantalla” dicho en jerga simultánea).

Y para conseguir la sumisión más absoluta de buena parte de la población, al gobierno de los gobiernos en la sombra le ha bastado con dar “tres” simples órdenes y poner a los ejecutivos de más de medio mundo –que se dice pronto- a bailar a su son, y a repetir de manera incesante una mentira infumable de proporciones nunca vistas.

Hay cosas llamadas “verdades” que basta con decirlas una sola vez, hijos de puta.

Haceros cargo: si a lo largo de la historia ha bastado un cuento malo y una hora  tan solo de monserga a la semana durante muuuuuchooos años para hacer creer a millones y millones de personas que el hijo de “dios” existió y que además vino a la Tierra para “salvarlos” de sí mismos, pues imaginad lo que se puede conseguir de un desgraciado que se pasa 24h al día atendiendo a la misma cantinela del “coñavirus” (recordad el “efecto de la ilusión de la verdad”) en cada medio de comunicación audiovisual, impreso y sonoro; además de en la tienda, en los portales, en el bar,…

Sea como fuere, el caso es que la inmensa mayoría de la población se ha tragado lo del “coñagusano” como cebo y, no contenta con eso, está intentando cagar también la caña entre sueño y sueño.Y gracias a niveles de credulidad tan inauditos, este gobierno ha visto el cielo abierto para imponer sin resistencia toda una suerte de normativas (sin fundamento científico-lógico ninguno ni nada que se le parezca) que no solo no protegen a nadie de ningún  “coñavirus” de fábula, sino que además maltratan al ciudadano anulándolo como individuo (pilla “coñamascarilla”) al tiempo que reducen sus derechos y libertades  ostensiblemente; amén de afectar de manera paulatina, pero contrastable, a su salud psico-emocional y física.

Pero ojo, mi más sincera enhorabuena para esa camarilla extra planetaria de hijos de la Gran Lagarta que, tras milenios de maquinaciones, han conseguido poner al fin de rodillas a la inmensa mayoría de los terrícolas. Eso sí, cuidadín con tocar los cojones más de la cuenta, mis queridos Secuenciales, porque os recuerdo que los Directores del Juego pueden borraros del Universo en un santiamén.

Sea como fuere, creo que no hacen falta muchas luces para comprender que las restricciones actuales parecen haber venido para perpetuarse (en caso contrario nos bastaría simplemente con recuperar la normalidad de toda la vida al finalizar la sacrosanta campaña de “coñavacunación”).

¿O es que os imagináis a los actores intelectuales de la “coñapandemia” -y de otros atropellos por el estilo- preparando el terreno durante milenios para asestar al final del Juego un golpe de estado planetario y, una vez conseguido, presentarse al gran público diciendo “que no tontos,… que era una broma”, para restaurar seguidamente nuestros derechos y libertades y regalarnos a cada uno un empleo remunerado de verdad?

¿Pero de qué vais? Eso solo le entra en la cabeza a un “covidiano” de pura cepa. Y, hablando de organismos unicelulares -y de cabezas-, ayer mismo uno de ellos se pegó en una ferretería con un estante delante de mí y no os podéis imaginar cómo lo puso todo el hijoputa de serrín. Como lo oís.

Sentido del HUMOR. Tomad buena nota. Ya sé que no se halla entre las cuatro virtudes que publicito, pero creedme: si lo perdéis en esta coyuntura estáis peor  que muertos

Y como además genera una vibración que los Secuenciales repudian, pues aunque solo sea por fastidiar… 

Bueno, pues ya de vuelta a las virtudes susodichas (“Consciencia para despertar,  Valor para rebelarse, Fuerza para resistir e Inteligencia para sobrevivir”), hoy es mi deseo centrarme en las tres últimas, siendo por cierto la primera de ellas la que me da que te condujo de hecho a este blog.

Empiezo comentando el Valor que en estos tiempos precisamos para rebelarnos –en mi caso siempre a título privado– contra tanta represión gratuita.

Valor que lógicamente requiere del apoyo de la segunda virtud de mi lista: de la Fortaleza de espíritu necesaria para llevar a cabo las acciones oportunas en oposición a toda esa actividad culpabilizadora y censora de nuestro “software” genético (otro día me meto con la genética de la acción y del estancamiento).

Pero claro, en mitad de toda una dictadura de facto vigilada por millones de “policías” y de cagones de estantería y de balcón, tener los cojones del caballo de Espartero y el cerebro de un mosquito no te puede traer nada bueno, la verdad. Motivo exclusivo por el cual se recomienda invocar también a la última de mis virtudes (a la Inteligencia) a fin de equilibrar las energías de todas las demás.

Cuando te tocan las pelotas porque sí, nada de quejas: tú pasas a la ofensiva y que sean  ellos quienes se pongan a llorar. Aun así debo añadir que de nada me sirvió tal manifiesto porque escasos días más tarde se cambió la ley y me dejaron con mis argumentos en la boca. Pero bueno, si cambian las reglas de juego pues tú reorientas tus estrategias y tus esfuerzos –no queda otra- y sanseacabó.

Sea como fuere, el simple hecho de que el Gobierno del gobierno quiera que te creas que la obediencia es una cualidad irremplazable en la existencia humana, y se pase el santo día exigiendo a diestro y siniestro colaboración o sumisión, debería terminar de aclararte muuuuchas cosas.

En comunión con cierta parte de nuestro “software” genético (como el subprograma de la Culpa), el gobierno necesita que te creas que obedecer es algo así como una obligación de carácter moral-natural que atañe a todos los ciudadanos por igual. (A excepción, claro está, de a esos delincuentes en potencia que se sientan cada día en el hemiciclo y a quienes -a título  preventivo  solamente, me da la impresión- se les acaba blindando desde el primer día de “trabajo” en el ámbito legal con la salvaguarda del llamado “aforamiento”).

Pues MENTIRA y gorda. Para obligaciones naturales auténticamente genuinas, joder, la de  respirar. Eso sí que es una imposición de verdad; pero la de obedecer al gobierno de turno y a sus mandamientos ¿pero qué cojones “mestáis” contando?

Dicho lo cual, sabemos que una obligación es verdaderamente NATURAL cuando no hay manera de violarla… sin palmar en el intento, quiero decir. Y sabemos que es IMPOSTADA cuando se te castiga (física o económicamente) por no obedecer.

Y si “obe-ceder” gratuitamente, lo que se dice “natural” no es; pues moral, mucho menos. Tanto más cuando dicha moral es una regla bien difusa que solo se puede acotar vía mandamientos  “divinos” o represión legislativa (que en el fondo son una misma cosa).

Aun así, creo firmemente que los preceptos morales son siempre de gran ayuda. En especial si los ignoras. Y es que este optimista que viste y calza jamás se cansará de repetirlo:

Ármate con la tenacidad de un niño, y con la moralidad de un judío (sionista), y no encontrarás en la vida objetivos que se te resistan.

Adonde pretendo llegar con todo esto es que no debemos caer en el cuento de la “obligación legal” como excusa para hipotecar nuestras voluntades. Y menos aun cuando los únicos perjudicados por ser tan obedientes y tan “cumplidos” somos nosotros mismos.

Y es que, si se piensa, a lo único que de veras te compromete la narrativa del “obligado cumplimiento del marco legal” y tanta ley… es a aceptar –todo lo más- las consecuencias que conlleva la desgracia de que te pillen in fraganti vulnerando la normativa.

De lo cual obviamente se deduce que la verdadera obligación de cada uno no es respetar las leyes a rajatabla como te quieren hacer creer; sino que, como mucho, tu única obligación moral es la impedir que te descubran cada vez que te dé por pasarte por el forro alguna de la miles de medidas represivas del gobierno. (Eso si es que te diera por hacerlo, claro está, que de eso  tampoco existe por supuesto obligación. Ni yo lo recomiendo).

Al hilo de lo cual, permitidme que aclare que este escrito no es ningún llamamiento público a la desobediencia ciudadana, sino un simple análisis filosófico-semántico de lo que la expresión “obligación” conlleva para mí.

Y es que, ni los gobernantes son gilipollas, ni lo somos los ciudadanos (aunque muchas veces parezca lo contrario).

El carcelero tiene bien claro cuál es su rol en la prisión, que como sabes no es otro que  custodiar la libertad de los encarcelados. Pero valorar el papel del funcionario únicamente, eso sí es “pecado” y es mortal, toda vez que los reos también tienen sus propias obligaciones  arquetípicas por simple definición. Entre ellas la más capital de todas sin duda ninguna: la de  intentar escapar de la cárcel a la primera oportunidad. Y no, no es tarea ni obligación de unos u otros el renunciar a sus papeles respectivos en la Vida.

Dicho esto, lección de Respeto: el carcelero tiene que dar por hecho que el mayor impulso del preso es intentar salir pitando de allí. Así que no debería molestarse u ofenderse por ello cuando lo intente.

Del mismo modo, los reos no deberían quejarse del celo profesional de sus controladores. Un poquito de Respeto para la figura del funcionario también.

En cualquier caso, hablando de “obligaciones” en el más estricto de los sentidos esta vez, yo únicamente contemplo las de carácter espiritual. Que son aquellas que como imaginas, orbitan en torno a mis objetivos actuales en la Tierra o a mi Misión o Plan personal, como prefieras.

Y la primera obligación verdaderamente genuina, a mi entender, es ser siempre UNO MISMO contra viento y marea delante de quien sea, a cada segundo y sin discusión. Mejor muerto, que renunciar a ser uno mismo.

Y si te han de quemar en la hoguera por creer como crees y por ser como eres, exige que te dejen prender la mecha (so pena de abrasarles a todos ellos). 

Recordad que no hay perfiles “buenos” ni “malos”; ni «mejores» ni «peores» aquí. Tu obligación es ser lo que quiera que te salga ser de corazón: ¿carcelero? coño, pues carcelero; ¿preso? pues eso. Si te sale ser obediente, obedece hasta a la gata de tu vecino; pero si te sale ser un macarra, actúa de igual manera con todas las consecuencias.

La segunda es atender a, y actuar con arreglo a los dictados de la INTUICIÓN; que a mi modo de ver no es otra cosa que la guía que cada uno recibe de Quien Es Realmente a fin de facilitar la consecución de los objetivos que se propusiera en la antesala del “videojuego de la Tierra”, lógicamente, tiempo antes de nacer.

Ya para finalizar -¿víctima yo?- cuanto más se complique la experiencia Simultánea terrestre, ¡tanto mejor para nosotros!; porque así tenemos más oportunidades de ser creativos y de improvisar, que en el fondo es lo que a mí más me atrae. 

Cuando trabajo con mis manualidades en cuero me encanta planificar mis diseños al milímetro. ¿Pero sabéis lo que me pone más cachondo todavía?… el hacer un agujero o un corte donde no debía e intentar apañarlo sin dejar ni rastro del “error”.

Pues la Vida es igual para mí, méteme en el problema que te salga de las pelotas, que mi Yo Superior ya me encuentra una salida perfecta en un santiamén. Será la primera vez…

Dicho esto, las normas legales no restringen a todos en igual medida. Y nuestro trabajo en la presente coyuntura de “obligaciones” exacerbadas es conseguir que dichas medidas nos afecten lo menos posible con altas dosis de ingenio.

Y creedme que para cada atolladero existe siempre una maniobra ejemplar. Si no la encontráis, respirad, porque lo que eso significa es que tenéis que pasar algún tiempo en dicha situación. Y todo el mundo sabe que las preocupaciones ralentizan la sensación de paso del tiempo.

Ya para terminar, ¿de verdad creéis que se va a ofender el gobierno por dar lo mejor de nosotros mismos para intentar salir lo más airosos posibles de tanta represión?

Pues tú haz tus deberes y los demás que hagan lo propio… si les da la gana.

BIENVENIDOS A LA TIERRA

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