22.7.21

Contratar tecnología puede hacerlo cualquiera pero darse de baja, no es tan fácil...

CONFRONTANDO AL DUEÑO DE LA PATENTE    

La Tierra es un reino, no es un planeta. No es un objeto, por lo tanto, no tiene borde. La Tierra se definiría más fácilmente como un entorno de sistema. ― Nikola Tesla

La inteligencia es un arma arrojadiza que se puede volver en contra de aquel que la utiliza constantemente. Y esto lejos de ser una apología a la ignorancia, es una aclaración que trata ante todo de sacarnos de nuestras propias limitaciones perceptuales, para poder ver más allá, de las normas que nos han enseñado para medir la realidad.

Si nuestra mente y nuestro cuerpo, obedecen a un diseño inteligente, entonces el patrón de medida de nuestro avatar, será el diseño original que le interesaba al creador de este vehículo, de forma que pudiésemos estar siempre dentro de unos límites asumibles de control, fuera de los cuales, seríamos capaces de tomar consciencia y confrontarle.

Y enfrentarnos a él, para pedir explicaciones acerca del porqué, nos encontramos encerrados dentro de una realidad, sin recuerdos anteriores, teniendo que pasar por unos filtros, que lo único que hacen es volver a meternos una y otra vez en la rueda, de una magnitud llamada tiempo, que cada vez se demuestra más artificial. Y si no artificial, muy limitada.

LA PATENTE DEL AVATAR HUMANO

Ningún ingeniero que patente una creación propia, está dispuesto a perder los derechos de explotación sobre su diseño, y siempre se guarda en caso de emergencia, la clave que hace funcionar su invento, de manera que aunque seamos usuarios de su tecnología, él siempre tenga la llave y el poder, de apagar, activar o destruir su creación, si no cumple con su plan previsto.

Si nosotros como usuarios de este avatar dentro de esta realidad, que a modo de entorno cerrado nos sirve de escenario, para seguir un plan, no nos damos cuenta de que nuestro cuerpo es un mero dispositivo, para el que somos afines, según un código genético que puede actuar como antena de recepción de consciencia, reduciremos la realidad solamente a este plano de experiencia.

De forma que en cualquier manifestación, en la que tengamos oportunidad de participar dentro de este entorno, nos veamos obligados a aceptar unas normas demiúrgicas para poder entrar. Si no somos conscientes de ello, quiere decir que no recordaremos si nuestra presencia aquí es voluntaria u obligada. Y el dueño de la patente, seguirá teniendo el control.

En cambio, si nos hacemos conscientes de que estamos utilizando un vehículo dentro de una realidad limitada, es porque en algún momento hemos elegido participar de un plano limitado de consciencia, porque tenemos que hacer algo aquí dentro. En nuestro propio diseño está la mente de quién lo ha proyectado, por lo que nuestra forma de razonar, es en parte heredada.

SI HAS PODIDO ENTRAR, TAMBIÉN PUEDES SALIR

Y si nuestra forma de razonar es heredada, y nosotros también tenemos capacidad creadora, de igual forma que el dueño de nuestro diseño, no solamente somos capaces de crear, sino de hacer ingeniería inversa, extrapolando a través de nuestra limitada experiencia un conocimiento que ya forma parte de nosotros, al que solo podemos acceder saltándonos la norma de la patente.

Mientras respetemos la propiedad de la patente, vamos a seguir un plan que nos obliga a no ser dueños de la realidad presente, dentro de este entorno cerrado. Porque de igual forma que hemos podido entrar, también podemos salir. Y si somos capaces de salir, haciendo esta ingeniería inversa, en algún momento deberemos renunciar y dejar atrás las reglas del diseño.

Mucho me temo que la inmensa mayoría de nosotros, en su momento no leyó la letra pequeña del contrato, porque aquí nos han dejado sin manual de usuario. Y eso es precisamente lo que le da ventaja al dueño de la patente. Contratar tecnología está al alcance de cualquiera si hablamos de servicios o suministros, pero después darse de baja, no es tan fácil ¿verdad?

El proveedor del servicio, antes de que te des de baja definitivamente, hará lo imposible, para que firmes un contrato de permanencia. Creo que es una manera muy gráfica de explicarlo. Cuando te quieras dar de alta todo son facilidades y ventajas, pero cuando te quieres ir, de lo primero que te hablan es de penalizaciones y de la letra pequeña que no has leído.

CÓMO “DARSE DE BAJA” DE LA RED DEMIÚRGICA

Y si a pesar de todo decides largarte, este proveedor de tecnología o de servicios, no puede hacer absolutamente nada para retenerte. Eres dueño de ti mismo para cambiar de proveedor, para continuar bajo mejores condiciones después de negociar, o para no contratar absolutamente con nadie y buscarte la vida fuera de esta jaula tecnológica.

Nadie puede obligarte a seguir utilizando un servicio que no te satisface o que no cumple tus expectativas funcionales. Es por eso que este dueño de la patente, para acceder a su entorno cerrado, lo tiene todo montado de forma que para poder circular por aquí y tener tu experiencia, asumas un contrato de permanencia, con una letra pequeña indescifrable.

Pero como nadie te puede obligar a firmar una permanencia, llegado el momento vas a tener que tomar una decisión ¿sigo o me largo? Y si me voy ¿es solo para cambiar la marca o el proveedor? Entonces parece que no me estaría yendo de verdad. Un cambio de proveedor no es evolución, o es que acaso, ¿pretenden hacernos creer que solamente podemos evolucionar según sus patrones?

Piensa que si nos venden tan cara esta experiencia, en la que es tan fácil entrar, pero tan difícil salir, quiere decir que los dueños y administradores de esta patente en realidad, no son tan poderosos como aparentan ser. Y que si tratan de reconducirnos una y otra vez dentro del mismo circuito, es porque no tienen otra cosa y son ellos los que dependen de nosotros.

Si nos hacemos conscientes de esto, entonces nos damos cuenta que somos nosotros los que tenemos el poder.

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