6.7.21

Lo que sucede después de la muerte es tan glorioso, que nuestra imaginación no basta

 EL MUNDO SECRETO de CARL G. JUNG              

Sueños, espíritus y lo oculto

El 11 de Febrero de 1944 Carl Gustav Jung, de 68 años —en ese entonces el psicólogo vivo más renombrado del mundo—, resbaló en un poco de hielo y se rompió el peroné. Diez días más tarde, en el hospital, sufrió un infarto miocárdico causado por embolias de su pierna inmovilizada. Tratado con oxígeno y alcanfor, perdió el conocimiento y tuvo lo que parece haber sido una experiencia cercana a la muerte y de salirse del cuerpo, o, dependiendo de vuestra perspectiva, un delirio.

Él se encontró flotando a 1.000 millas por encima de la Tierra. Los mares y los continentes brillaban en una luz azul y Jung pudo distinguir el desierto árabe y los Himalayas coronados de nieve. Él sintió que estuvo a punto de dejar la órbita, pero entonces, volviéndose hacia el Sur, un enorme monolito negro apareció. Era una especie de templo, y en la entrada Jung vio a un hindú sentado en una posición de loto. Dentro, innumerables velas parpadeaban, y él sintió que "la fantasmagoría entera de la existencia terrenal" estaba siendo removida. Aquello no fue agradable, y lo que permaneció fue un "Jung esencial", el núcleo de sus experiencias.

     Él sabía que dentro del templo el misterio de su existencia, de su objetivo en la vida, sería contestado. Él estuvo a punto de cruzar el umbral cuando vio, elevándose desde Europa lejos abajo, la imagen de su médico en la forma arquetípica del rey de Cos, la isla del templo de Asclepio, dios griego de la medicina. Él dijo a Jung que su salida era prematura; muchos estaban demandando su retorno, y él, el rey, estaba allí para transportarlo de vuelta. Cuando Jung oyó eso, estuvo enormemente decepcionado, y casi inmediatamente la visión terminó.

     Él experimentó la renuencia a vivir que encuentran muchos quienes han sido "devueltos", pero lo que más le preocupó fue ver a su médico en su forma arquetípica. Él sabía que eso significaba que el médico había sacrificado su propia vida para salvar la de Jung. El 4 de Abril de 1944 —una fecha con la que los numerólogos pueden deleitarse— Jung se levantó de su cama por primera vez desde su ataque cardíaco. Durante el mismo día, su médico se enfermó con septicemia y ocupó su cama. Él nunca la dejó, y murió unos días más tarde.

     Jung se convenció de que él no había tenido simplemente alucinaciones sino que se le había concedido una visión de la realidad. Él había pasado un tiempo fuera, y la experiencia había tenido un efecto palpable en él. En primer lugar, la depresión y el pesimismo que lo habían doblegado durante la Segunda Guerra Mundial desaparecieron. Pero había algo más. Durante la mayor parte de su larga carrera, él había impresionado a sus colegas, amigos y público lector con que él era, sobre todo lo demás, un científico. Él repitió casi como un mantra que no era un místico, un ocultista o un visionario, términos de los que abusaban sus críticos, que rechazaban sus afirmaciones de emplear la ciencia. Ahora, habiendo retornado desde el borde de la muerte,  parecía contento de dejar al científico en él asumir una importancia secundaria durante los restantes 17 años de su vida.

     Aunque Jung siempre creyó en la realidad del "otro" mundo, había tenido cuidado para no hablar demasiado abiertamente sobre esa creencia. Ahora, después de sus visiones, parecía menos reticente. Él había tenido, parece, una especie de experiencia de conversión, y los intereses que el psicólogo de fama mundial había guardado hasta ahora para sí, ahora se hicieron conocimiento común. Platillos voladores, astrología, parapsicología, alquimia, e incluso predicciones de una próxima "nueva Era de Acuario": las declaraciones acerca de todos esos dudosos asuntos —dudosos al menos desde el punto de vista de la ciencia moderna— fluyeron de su pluma. Si él había pasado su carrera defendiéndose de acusaciones de misticismo y ocultismo —inicialmente provocadas por su ruptura con Freud en 1912—, hacia finales de los años '40 él parece haber decidido dejar de luchar. El "sabio de Küsnacht" y el "Hexenmeister  [hechicero, brujo] de Zürich", como Jung fue conocido en la última década de su vida, había llegado.

Todo en Familia

     Sin embargo, el involucramiento de Jung con lo oculto estuvo con él desde un principio; literalmente, eso estaba en su ADN. Su abuelo materno, el ministro religioso Samuel Preiswerk, que aprendió el hebreo porque creía que era hablado en el cielo, aceptaba la realidad de los espíritus, y mantenía una silla en su estudio para el fantasma de su primera esposa difunta, que a menudo iba a visitarlo. La madre de Jung, Emilie, fue empleada por Samuel para espantar a los muertos que lo distraían mientras trabajaba en sus sermones.

     Ella misma desarrolló poderes de médium en su adolescencia tardía. A la edad de 20 años, cayó en un coma durante 36 horas; cuando su frente fue tocada con un atizador candente ella despertó, hablando en lenguas y profetizando. Emilie siguió entrando en estados de trance durante toda su vida, en los cuales se comunicaba con los muertos. Ella también parece haber sido una "personalidad dividida". Jung de vez en cuando la oía hablar con una voz que pronto reconoció que no era de ella, haciendo comentarios profundos expresados con una autoridad inusitada. Esa "otra" voz tenía indicios de un mundo mucho más extraño que el que el joven Carl conocía.

     Esa "división" que Jung había visto en su madre aparecería más tarde en él. Alrededor de la edad de 12, literalmente se hizo dos personas. Estaba su yo de su niñez corriente, y alguien más. El "Otro", como Jung lo llamó, era una figura del siglo XVIII, un personaje imperioso que llevaba puesta una peluca blanca y zapatos abrochados, que conducía un carruaje impresionante, y despreciaba al joven muchacho. Es difícil evitar la impresión de que de algún modo Jung sintió que él había sido ese personaje en una vida pasada. Al ver un antiguo carruaje verde, Jung sintió que aquél venía de su tiempo.

     Su posterior noción del Inconsciente Colectivo, aquel embalse psíquico de símbolos e imágenes que él creía que heredamos en el nacimiento, es en cierto modo una forma de reencarnación, y el propio Jung creía en alguna forma de vida futura. Poco después de la muerte de su padre, en 1896, cuando Jung tenía 21 años, él tuvo dos sueños en los cuales su padre aparecía tan vivamente que él consideró la posibilidad de la vida después de la muerte. En otro sueño posterior, el padre de Jung le pedía consejo matrimonial, ya que él quería prepararse para la llegada de su esposa. Jung tomó eso como una premonición, y su madre murió poco después. Y años más tarde, cuando su hermana Gertrude murió —una década antes de su propia experiencia cercana a la muerte— Jung escribió que "Lo que sucede después de la muerte es tan indeciblemente glorioso, que nuestra imaginación y sentimientos no bastan para formar siquiera una concepción aproximada de ello".

Mesas y Cuchillos

     La madre de Jung estuvo implicada en al menos dos famosas experiencias paranormales que son contadas en prácticamente cada libro sobre él. Sentado en su cuarto de estudio, Carl de repente oyó un fuerte golpe que venía del comedor. Él se precipitó y encontró a su madre asustada. La mesa redonda de nogal se había rajado desde el borde hacia el centro. La hendidura no seguía ninguna juntura sino que había pasado por entre la madera sólida. La sequedad de la madera no podía explicar aquello; la mesa tenía 70 años y era un día húmedo. Jung pensó: "Ciertamente hay accidentes curiosos". Como si su madre estuviera leyendo su mente, Emilie contestó con su "otra" voz: "Sí, sí, eso significa algo".

     Dos semanas más tarde ocurrió un segundo incidente. Volviendo a su hogar por la tarde, Jung encontró una casa alborotada. Una hora antes había ocurrido otra grieta fuerte, esta vez viniendo de un aparador grande. Nadie tenía ninguna idea de lo que lo había producido. Jung inspeccionó el aparador. Dentro, donde guardaban el pan, encontró un pan y el cuchillo del pan. El cuchillo se había roto en varios pedazos, todos pulcramente ordenados en la panera. El cuchillo había sido usado antes para el té, pero nadie lo había tocado, ni había abierto el armario, desde entonces. Cuando llevó el cuchillo a un cuchillero, le dijeron que no había ningún defecto en el acero y que alguien debía haberlo roto a propósito. Él guardó el cuchillo destrozado durante el resto de su vida, y años más tarde envió una fotografía de ello al investigador psíquico J. B. Rhine. 

Espíritus a Pie

     Para esas fechas Jung, como muchos otros, estaba interesado en el espiritualismo, y leía aquella literatura, libros de Zöllner, Crooks, Carl du Prel, Swedenborg, y el clásico de Justinus Kerner "The Seeress of Prevorst". En la sociedad de debate Zofingia en la Universidad de Basilea, él dio conferencias acerca de "El Valor de la Investigación Especulativa" y "Acerca de los Límites de la Ciencia Exacta", en las cuales cuestionaba el paradigma materialista predominante que reinaba entonces, como hoy. Jung condujo a compañeros de estudios en varios experimentos ocultistas; sin embargo, cuando él les habló sobre sus ideas, o dio una conferencia sobre la necesidad de tomarlas en serio, se encontró con una resistencia. Por lo visto, había tenido mejor suerte con su perro salchicha, que él sentía que lo entendía mejor y podía sentir presencias sobrenaturales él mismo.

     Otra que parecía sentir presencias sobrenaturales era su prima, por el lado de su madre, Hélène Preiswerk. En una carta a J. B. Rhine sobre el destrozado cuchillo de pan, Jung se refiere a Helly —como ella era conocida— como "una mujer joven con marcadas facultades de médium" a quien él había conocido alrededor del tiempo del incidente, y en su autobiografía, "Memorias, Sueños, Reflexiones", comenta que él se involucró en una serie de sesiones de espiritismo con sus parientes después de los incidentes del cuchillo de pan y de la mesa. Sin embargo, las sesiones de espiritismo habían estado realizándose durante algún tiempo antes de los dos acontecimientos, y en su centro estaba Helly, a quien Jung ya conocía bien, la cual, por lo que dicen todos, estaba enamorado de él. Ése es un signo temprano de su relación algo ambigua con el ocultismo.

     Helly entraba en un trance y caía al suelo, respirando profundamente, y hablando con la voz del viejo Samuel Preiswerk, aunque ella nunca lo había escuchado. Ella dijo a los demás que deberían rezar por su hermana mayor, Bertha, la cual, dijo, acababa de dar a luz a un niño negro. Bertha, que vivía en Brasil, había tenido ya un niño con su marido de raza mezclada, y dio a luz a otro durante el mismo día de la sesión de espiritismo. Las posteriores sesiones de espiritismo demostraron igualmente ser alarmantes. En cierta ocasión, Samuel Preiswerk y Carl Jung Sr. —el abuelo paterno de Jung, a quien le disgustaban los demás mientras vivió—, alcanzaron un nuevo acuerdo. Una advertencia vino para otra hermana que también esperaba un niño, de que ella lo perdería; en Agosto el bebé nació prematuro y muerto

     Helly produjo voces adicionales, pero el más interesante era un espíritu llamado Ivenes, que se llamaba a sí mismo la verdadera Helene Preiswerk. Ese personaje era mucho más maduro, confiado e inteligente que Helly, a quien Jung describió como distraída, y no particularmente brillante, talentosa o educada. Era como si, sepultada bajo la no destacable adolescente, hubiera una personalidad más llena y más imperiosa, como el "Otro" de Jung. Aquello fue una percepción de la psique que daría forma a su posterior teoría de la "individuación", el proceso de "llegar a convertirse en quien se es". Helly floreció realmente más tarde, llegando a ser una exitosa modista en Francia, aunque murió joven, sólo a sus 30 años.

     En la disertación de Jung acerca de las sesiones de espiritismo, "Sobre la Psicología y la Patología de los Así Llamados Fenómenos Ocultos", describe a Helly poco halagüeñamente como "exhibiendo una formación ligeramente raquítica de cráneo", y un "color facial algo pálido", pero deja de mencionar que ella es su prima. También omite su propia participación en las sesiones de espiritismo, y las data entre 1899 y 1900, siendo que habían comenzado años antes. Gerhard Wehr cortésmente sugiere que "el candidato a doctor obviamente se esforzó para ocultar su propio papel, y sobre todo su relación de parentesco cercano, previniendo así desde el principio cualquier investigación crítica posterior que pudiera haber puesto en cuestión la validez científica entera del trabajo".

     En otras palabras, Jung el científico pensó que era una buena jugada en su carrera obscurecer la participación personal de Jung el ocultista en el negocio. 

El Poltergeist en el Estante de Libros de Freud

     En 1900, Jung de 25 años se integró a la prestigiosa Clínica Mental Burghölzli en Zürich. Allí hizo un trabajo sólido en tests de asociación de palabras, desarrolló su teoría de los "complejos", e inició un exitoso enfoque "amistoso con el paciente" en el trabajo con sicóticos y esquizofrénicos. Fue durante su período allí que él también se involucró con Freud. Desde 1906, cuando comenzaron a mantener correspondencia, hasta 1912, cuando la amistad se rompió, Jung fue un partidario leal del trabajo de Freud y lo promovió generosamente.

     Hubo, sin embargo, algunas áreas problemáticas. Una se centró en el famoso duende en la biblioteca de Freud. Visitando a Freud en Viena en 1909, Jung le preguntó sobre su actitud hacia la parapsicología. Freud era escéptico y despidió el asunto como tonterías. Jung discrepó, y sentado frente al maestro, comenzó a sentir que su diafragma brillaba, como si estuviera poniéndose candente. De repente un fuerte golpe vino desde un estante de libros. Ambos se sobresaltaron, y Jung dijo a Freud: "Allí, ¡ése un ejemplo de un así llamado fenómeno de exteriorización catalítica!", el circunloquio de Jung para referirse a un duende o "espíritu ruidoso". Cuando Freud dijo "¡Tonterías!", Jung predijo que otro golpe ocurriría inmediatamente. Y lo hizo. Jung dijo que, a partir de aquel momento, Freud se puso receloso de él. De la carta de Freud a Jung sobre el incidente, uno tiene la sensación de que el primero sintió que el propio Jung era responsable de ello.

     Eso no es sorprendente; Jung manifestó realmente numerosas capacidades paranormales. Mientras estaba en cama en un cuarto de hotel después de dar una conferencia, experimentó el suicidio de un paciente que tenía una fuerte "transferencia" sobre él. El paciente había recaído en la depresión y se disparó a sí mismo en la cabeza. Jung despertó en su hotel, sintiendo un extraño dolor en su frente. Más tarde descubrió que su paciente se había disparado exactamente donde Jung sintió el dolor, en el mismo momento en que Jung se despertó. Yendo más al punto, un visitante en su casa una vez comentó sobre la "libido exteriorizada" de Jung", cómo "cuando había una idea importante que no estaba todavía completamente consciente, el mobiliario y el maderaje por todas partes de la casa crujían y se rompían". 

El Libro Rojo

     Fue el quiebre de Jung con Freud lo que lo condujo a su propio "descenso hacia el inconsciente", un inquietante viaje abajo hacia el agujero de conejo de la psique del cual él sacó las nociones sobre el inconsciente colectivo que darían forma a su propia escuela de "psicología analítica". Él había entrado en una "enfermedad creativa", inseguro de si se estaba volviendo loco. En Octubre de 1913, no mucho después de la separación, Jung tuvo, dependiendo de vuestra perspectiva, una visión o alucinación. Mientras estaba en un tren, de repente vio una inundación cubrir Europa, entre el Mar del Norte y los Alpes. Cuando aquello alcanzó Suiza, las montañas se elevaron para proteger su patria, pero en las olas vio flotando escombros y cuerpos. Entonces el agua se convirtió en sangre. La visión duró una hora y parece haber sido un sueño que había invadido su conciencia estando despierto. Habiendo pasado más de una década tratando a enfermos mentales que sufrían exactamente de tales síntomas, Jung tenía razón para estar preocupado. Él irónicamente se sintió bastante aliviado el verano siguiente cuando estalló la Primera Guerra Mundial, y dedujo que su visión había sido una premonición de aquélla.

     Sin embargo, la tensión psíquica continuó. Finalmente llegó un punto donde Jung sintió que ya no podría rechazar el sentido de locura. Él decidió dejarla seguir. Cuando lo hizo, aterrizó en un mundo misterioso y subterráneo donde encontró inteligencias extrañas que "vivían" en su mente. La experiencia fue tan perturbadora que durante un tiempo Jung durmió con una pistola cargada en su cama, listo a volar sus sesos si la tensión se hacía demasiado grande.

    En su "Libro Rojo" (Liber Novus) mantuvo una cuenta, en palabras e imágenes, de las entidades objetivas e independientes que él encontró durante su "enfermedad creativa", entidades que no tenían nada que ver con él personalmente, pero que compartían su mundo interior. Estaban Elías y Salomé, dos figuras de la Biblia que estaban acompañadas por una serpiente. Había también una figura a quien Jung llamó Filemón, que llegó a ser una especie de "gurú interno" y a quien describió como un anciano calvo, con la barba blanca, con cuernos de toro y con las alas de un martín pescador. Una mañana, después de pintar esa figura (el arquetipo, según él, del Anciano Sabio), Jung estaba dando un paseo cuando encontró un martín pescador muerto. Las aves eran raras en Zürich y él nunca había encontrado antes una muerta. Ésa fue una de las muchas sincronías —"coincidencias significativas"— que sucedieron en ese tiempo.

     Hubo otras. En 1916, todavía absorto su crisis, Jung otra vez sintió que algo dentro de él quería salir. Una misteriosa inquietud llenó su casa. Sintió la presencia de los muertos, y sus niños también. Una hija vio una extraña figura blanca; a otra le fueron arrebatadas sus frazadas por la noche. Su hijo dibujó una imagen de un pescador que había visto en un sueño: una chimenea llameante se elevaba desde la cabeza del pescador, y un diablo volaba por el aire, maldiciendo al pescador por robar su pescado. Jung tenía todavía que mencionar a alguien la existencia de Filemón. Entonces, una tarde, el timbre sonó fuertemente, pero nadie estaba allí. Él preguntó: "¿Qué demonios es esto?". Las voces de los muertos contestaron: "Hemos vuelto desde Jerusalén, donde no encontramos lo que buscábamos", las palabras que forman el principio de los extraños "Siete Sermones a los Muertos" de Jung, un trabajo de "dictado espiritual" o  "canalización", que él atribuyó a "Basílides en Alejandría, la Ciudad donde el Este Toca al Oeste".

Fantasmas en la Casa

     Hacia 1919, la Primera Guerra Mundial había terminado, y la crisis de Jung había pasado, aunque él siguió practicando lo que él llamó "imaginación activa", una especie de soñar despierto, los resultados de lo cual él registró en el "Libro Rojo". Pero espíritus de una clase más tradicional no faltaron. Él fue invitado a Londres para dar una conferencia sobre "Los Fundamentos Psicológicos de la Creencia en Espíritus" en la Sociedad para la Investigación Psíquica (SPR). Él dijo a la Sociedad que los fantasmas y materializaciones eran "proyecciones inconscientes""Yo he observado repetidamente", dijo él, "los efectos telepáticos de complejos inconscientes, y también varios fenómenos parapsíquicos, pero en todo eso no veo ninguna prueba en absoluto de la existencia de verdaderos espíritus, y hasta que tal prueba aparezca, debo considerar ese territorio entero como un anexo de la psicología".

     Bastante científico, sin duda; pero un año más tarde, de nuevo en Inglaterra, él encontró un fantasma algo más real. Él pasó algunos fines de semana en una casa de campo en Aylesbury arrendada por Maurice Nicoll (más tarde un alumno de Gurdjieff y Ouspensky), mientras hubo una serenata de sonidos misteriosos, y un olor desagradable llenó el dormitorio. Los vecinos dijeron que el lugar estaba hechizado y, durante una noche particularmente mala, Jung descubrió en la almohada junto a la suya la cabeza de una anciana, a la que le faltaba la mitad de su cara. Él saltó de la cama y esperó hasta la mañana en un sillón. La casa fue posteriormente demolida. Uno pensaría que, habiendo encontrado ya a los muertos en su regreso desde Jerusalén, Jung no sería tan perturbado por un fantasma inglés tradicional, pero esa experiencia lo agitó; su relato de ello sólo apareció 30 años más tarde, en 1949, en una oscura antología de historias de fantasmas.

     Cuando su conferencia para la SPR fue reimpresa en las Collected Works en 1947, Jung añadió una nota a pie de página explicando que él ya no se sentía tan seguro como en 1919 en cuanto a que las apariciones eran explicables por la psicología, y que él dudaba de "si un enfoque exclusivamente psicológico puede hacer justicia al fenómeno". En un añadido posterior, él otra vez admitió que su explicación más temprana era insuficiente, pero que él no podía estar seguro acerca de la realidad de los espíritus porque no tenía ninguna experiencia de ellos, olvidando convenientemente las apariciones en Aylesbury. Pero en una carta de 1946 a Fritz Kunkel, un psicoterapeuta, Jung confesó: "Los fenómenos metapsíquicos podrían ser explicados mejor por la hipótesis de espíritus que por las cualidades y particularidades del inconsciente".

    Una incertidumbre similar rodea su experiencia con el I Ching, el antiguo oráculo chino, con el cual comenzó a experimentar a principios de los años '20 y que, al igual que los horóscopos, se hizo parte de su práctica terapéutica. Aunque él mencionó al I Ching esporádicamente en su escritura, no fue sino hasta 1949, nuevamente casi 30 años más tarde, en su Introducción a la traducción de Richard Wilhelm [del chino al alemán] y Cary F. Baynes [del alemán al inglés] de ese clásico, que él admitió usarlo completamente. Y aunque él trató de explicar la eficacia del I Ching por medio de lo que se convertiría en su deus ex machina  paranormal, la sincronicidad, Jung admite que la fuente de las percepciones del oráculo son las "agencias espirituales" que forman el "alma viva del libro", un comentario en desacuerdo con su explicación cuasi-científica. 

     Irónicamente, su trabajo principal acerca de "coincidencias significativas",  "Synchronicity: An Acausal Connecting Principle" (1952), escrito con el físico Wolfgang Pauli, proporciona un solo ejemplo inequívoco del fenómeno, y los lectores que, como yo, aceptan la realidad de la sincronía, se van ligeramente confundidos por la tentativa de Jung de explicarla por medio de arquetipos, física cuántica, análisis estadístico, matemáticas, los experimentos de J. B. Rhine con percepción extrasensorial, astrología, telepatía, precognición, y otros fenómenos paranormales, todo lo cual es leído como una reaparición del reflejo "Yo soy un científico" de Jung. 

La Era de Acuario

     En los años '20 él se sumergió en un estudio de los gnósticos —a los cuales había encontrado tan temprano como en 1912— y la alquimia. Fue Jung, más que cualquier otro, quien salvó a la antigua búsqueda Hermética del olvido intelectual. Otra práctica Hermética que siguió fue la astrología, que comenzó a estudiar seriamente alrededor del tiempo de su ruptura con Freud. Jung informó a su círculo interno que hacer horóscopos era parte de su práctica terapéutica, pero fue durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial que reconoció una aplicación más amplia. En 1940, en una carta a H. G. Baynes, Jung habla de una visión que tuvo en 1918 en la que vio "fuego cayendo como lluvia del cielo y consumiendo las ciudades de Alemania". Él sintió que 1940 era el año crucial, y comenta que ahí es "cuando nos acercamos al meridiano de la primera estrella en Acuario". Aquello era "el terremoto premonitorio de la Nueva Era".

     Él estaba familiarizado con la precesión de los equinoccios, el movimiento aparentemente retrógrado del Sol a través de los signos del Zodíaco. Actuando como un telón de fondo para la salida del Sol en el equinoccio vernal [primaveral], cada signo da su nombre a una "Era" —llamada un "mes Platónico"— que dura aproximadamente 2.150 años. En su extraño libro "Aion" (1951), Jung sostiene que la "individuación" de la civilización occidental en conjunto sigue el camino de los "meses Platónicos" y presenta una especie de "precesión de los arquetipos". El simbolismo del pez rodea a Jesús porque él era el símbolo central de la Era de Piscis, el signo astrológico del pez. Eras anteriores —de Tauro y Aries— produjeron el simbolismo del toro y del carnero. La Era que viene es la de Acuario, el Portador del Agua. En conversación con Margaret Ostrowski-Sachs, una amiga de Hermann Hesse, Jung admitió que él había mantenido ese "conocimiento secreto" para sí mismo durante años, y sólo finalmente lo hizo público en su libro "Aion". Él no estaba seguro de que se lo "permitieran", pero durante su enfermedad él recibió la "confirmación" de que él debía hacerlo.

     Aunque el erudito de lo arcano Gerald Massey y el esoterista francés Paul le Cour hubieran hablado antes de una próxima Era de Acuario, Jung fue ciertamente la figura dominante más prestigiosa en hacer eso, y fue por medio de él que dicha idea se convirtió en un pilar de la contracultura de los años '60 y '70. Eso fue sobre todo por sus comentarios al respecto en su libro "Platillos Voladores: Un Mito Moderno de Cosas Vistas en el Cielo" (1958), en el cual él sostuvo que los OVNIs eran básicamente mandalas del espacio exterior. Durante su crisis, él había encontrado la imagen del mandala, el "círculo mágico" sánscrito, como un símbolo de la integridad psíquica, y sugirió que los "platillos voladores" eran proyecciones arquetípicas materializadas por las masas, proyecciones formadas por la tensión psíquica producida por la Guerra Fría que se estaba calentando entre Rusia y Estados Unidos. El mundo occidental, argumentó él, estaba teniendo un colapso nervioso, y los OVNIs eran un modo de aliviar la tensión.

     Jung escribió proféticamente: "Mi conciencia como psiquiatra me demanda que cumpla con mi deber y prepare a aquellos pocos que me oirán durante los acontecimientos próximos que están de acuerdo con el final de una Era (...) Como sabemos por la historia egipcia antigua, ellos son síntomas de cambios psíquicos que siempre aparecen al final de un mes Platónico y a comienzos de otro. Ellos son, parece, cambios en la constelación de los dominantes psíquicos, de los arquetipos o "dioses", como ellos solían ser llamados, que causan... transformaciones duraderas de la psique colectiva. Esta transformación comenzó... en la transición desde la Era de Tauro a la de Aries, y luego de Aries a Piscis, cuyo comienzo coincide con la aparición del cristianismo. Nos estamos acercando ahora a aquel gran cambio... cuando el punto primaveral entra en Acuario". Diez años más tarde, la banda [de negros] The Fifth Dimension (cuyo mismo nombre, tomado de la canción del tercer LP de The Byrds, sugiere el carácter cósmico de los místicos años '60) tuvo una exitosa canción del musical hippie "Hair" que repetía las ideas de Jung, y millones de personas en todo el mundo creyeron que ellos estaban presenciando "el amanecer de la Era de Acuario". 

Jung el Místico

     Jung murió en 1961, justo en la cúspide del "renacimiento ocultista" de los años '60, un renacimiento del pensamiento mágico que él hizo mucho para causar. Él fue también directamente responsable del "viaje al Oriente" que muchos emprendieron entonces, y siguen haciendo hoy. Junto con el I Ching, Jung dio su aprobación oficial a elementos hasta entonces arcanos tales como el Libro Tibetano de los Muertos, el Taoísmo y el Zen, y sin su intervención es discutible si esas importaciones desde Oriente hubieran disfrutado de su popularidad moderna. Que él fue desde muchos puntos de vista un padre fundador de la Generación del Amor es visto por su inclusión en la tapa del álbum "Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band"  (1967) de The Beatles, aunque el propio Jung hubiera considerado al "poder de las flores" tristemente ingenuo.

     Aunque pese a todos sus esfuerzos Jung nunca ha sido aceptado por los intelectuales predominantes, su efecto en la cultura popular ha sido inmenso, y nuestra contemporánea espiritualidad de base y dirigida hacia el interior —desafortunadamente asociada con la New Age— tiene su nombre escrito por todas partes de ella. Jung mismo puede haber sido ambiguo en cuanto a su relación con el misticismo, la magia y el ocultismo, pero los millones de personas que hoy prestan atención a sus propios sueños, que notan extrañas coincidencias y consultan el I Ching, tienen al Sabio de Küsnacht para agradecer por ello.–

Gary Lachman 

https://editorial-streicher.blogspot.com/2021/06/gary-lachman-el-mundo-secreto-de-carl-g.html

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