22.2.23

Estamos aquí, pero no somos de aquí y no tenemos porqué aceptar sus normas.

LA MISIÓN DE VIDA                                

UN PROGRAMA QUE ATRAPA DE RAÍZ

Como Alicia en el país de las maravillas, en el sueño, en el instante en el que has abandonado la realidad virtual, pero estás totalmente proyectado en la realidad real, esa sin espacio y sin tiempo, esa que los físicos llaman no-local, te encuentras más allá, en la otra parte del espejo, donde las reglas ya no valen, las manzanas ya no caen al suelo, sino que caen en el cielo, porque no hay reglas, porque las reglas las hicimos nosotros, porque nosotros somos los creadores.

CORRADO MALANGA, ENTREVISTA

¿La vida es una película?

Aprender es recordar. Tú eres un alma, que por la razón que sea ha decidido manifestarse aquí y ahora, porque lo que quieres hacer, o tienes que hacer, o la experiencia que hayas decidido encarnar, solo puede llevarse a cabo aquí.

Si no fuera así, no estaríamos dándole vueltas al ¿qué pinto yo aquí? derivando en una idea de karma o misión de vida, que no es más que otro engaño a la individualidad del alma, al fractal primordial que eres y a tu manifestación real, que única y exclusivamente depende de ti y del ahora.

¿Misión de vida o programa de ingreso a matrix?

Tu misión de vida, la decides tú ahora. Si no fuera así, estaríamos aceptando un programa pre-nacimiento. Y todo lo que viene en programa, es implante e interferencia. Si hay gente que dice con sentido común, que no se le pueden poner puertas al campo, ni diques al mar (por muy musical que resulte) No vayamos a ser nosotros los que le demos dictados de misión jerarquizados al alma, y asumamos un programa sometido a una ley del karma, que suena a deuda hipotecaria. Lo mires por donde lo mires, es deuda.

Esto está bien. Esto está mal. Esto se hace así. ¿Y quién soy yo para imponer un patrón? Solo te voy a hacer una pregunta: ¿Estás seguro de que lo que sometes a juicio está libre de filtros o interferencia? Yo te puedo decir, lo que me funciona a mí, pero el día en el que yo te diga, que este camino solo se puede abordar de una forma, de esta forma, de mi forma… te doy permiso público y declarado para que deseches todo lo enunciado, y que me mandes oficial, cordial, directa o alternativamente a la mierda. Así tal cual.

¿No encajas? ¿Ni dentro ni fuera? Bienvenido al club de “esto no me funciona”. Los reptiles, o quien sea, por muy vestido de blanco que vaya, estarán encantados de recoger ese sentimiento de frustración, y convertirlo en energía aprovechable para vete tú a saber el qué. En todas las películas, el que salva la situación siempre es el más raro del grupo.

Pero esto no es excusa, para el “todo vale”. Raro no quiere decir útil. No te especifico, porque lo ignoro, pero lo que sí te puedo confirmar, es que esa energía está destinada a dejar las cosas como están ahora, perpetuar la cadena de alimentación actual, y dejarnos más tontos de lo que estamos, para que todo siga su curso en esta línea de tiempo.

Deuda y peaje energético

Te puedo decir, que nuestra gran limitación, es precisamente intentar discernir entre lo bueno y lo malo. Este esfuerzo nos hace esclavos de facto, de un juicio de valor que ya está directamente enraizado en una estructura arcóntica. Si no la llamamos arcóntica, podemos decir demiúrgica. La que nos somete a una dualidad propia de esta tercera dimensión. Este es el peaje energético del que ya hemos hablado en ocasiones anteriores.

Gracias a la maldita dualidad, sentimos que nuestra vocación y carisma, nuestro sentido del ser, tiene que estar necesariamente enfocado, en un bien o un mal. Esto termina traduciéndose humanamente, en estar a un lado o a otro. Más dualidad, más aprovechamiento energético debido a la confrontación, más loosh… Más de lo mismo.

¿Quién te puede decir que algo está bien o está mal? Tu papel, solamente vas a poder jugarlo tú. Si tu mente, tiene un arraigo a la épica o al heroísmo, de esperar una batalla final, en la que dos bandos se lo juegan todo en un campo de batalla, y tú ¿Cómo no? te ves representado con “los buenos”... dime ¿en qué vas a ayudar? Estás bajo una dualidad.

Una dualidad que alimenta la jaula, en la que hemos elegido caer en algún momento, más allá de nuestro recuerdo consciente. Y es que, por el mero hecho de estar aquí presentes, estamos pagando un peaje energético por condición. Esto te puede gustar más o menos el aceptarlo, pero si somos alma y nos sabemos infinitos, en algún momento hemos decidido abordar este tramo de peaje energético, porque sabíamos que podíamos abordarlo.

El que tenga miedo a morir que no nazca

Esta frase no es mía, se la he robado a Fran Parejo de Un salto Quántico, porque lo clava. El único sentido de la dualidad, es trascenderla. Y si seguimos sujetos a los mismos patrones aprendidos hasta ahora, jamás seremos capaces de ver el juego desde arriba, o sea, de poder trascender este juego en el plano que corresponde. Nacer y morir es un continuo, un cambio de fase en ambos sentidos: es encarnar y desencarnar. Pero nadie dice que tenga que ser en un círculo cerrado.

Los patrones “bueno y malo”, las estructuras rígidas, que nos dicen que no podemos acceder a la información, al conocimiento o a la experiencia, si como alma nos manifestamos aquí, es porque tenemos conocimiento y capacidad de superar el laberinto, y porque solamente nosotros, por voluntad propia, podemos realizar el trabajo que solamente se puede llevar a cabo aquí y ahora, mediante esta encarnación: nuestra encarnación.

Porque si esto no es así, no tiene ningún sentido que estemos en una especie de teatro o videojuego, siguiendo un supuesto aprendizaje. Ya en nuestro fractal primordial, por el mero hecho de ser origen primordial, viene contenida toda la información. Si no entendemos esto, es que nuestra presencia aquí es fruto del engaño. Pero aunque así fuera, si el tiempo no existe, lo importante es la esencia y el motivo.

Nuestra presencia aquí, se debe a las condiciones del entorno: es una adaptación voluntaria y la asunción de una condición, la humana en este caso, para actuar dentro de un constructo limitado. Nos pasamos el turno unos a otros, entrando y saliendo de aquí, porque igual que se entra se puede salir, para imprimir la huella energética necesaria.

El tiempo se acaba, pero ¿para quién?

Da igual que lo entiendas ahora, o el último día justo antes de tu muerte física: el tiempo no existe. Lo único que importa, es la implicación energética que ello tiene. Quien nos dice que el tiempo se acaba, es porque está sometido al factor tiempo, es porque ha aceptado dentro de sí mismo la Matrix, y juega según las reglas del constructo diseñado por el demiurgo.

El verdadero trabajo, es la congruencia interna: que lo que tenemos dentro, coincida con lo que vemos fuera. Porque lo que vemos fuera, es la realidad que construimos. Si lo de dentro y lo de fuera, no coinciden, es porque no estamos proyectando nuestra esencia en esta realidad, y hemos cedido a otro, nuestro poder creador. Hemos cedido nuestra capacidad de manifestación y esa es la gran cagada.

Solamente tiene prisa, aquel al que se le agota el tiempo. Y si se le agota el tiempo, es porque lo ha aceptado dentro de sí, renunciando precisamente, a aquello que le diferencia de cualquier otro participante o figura dentro del constructo: el alma. Y ha elegido regirse por otros patrones, sin saberse ver por encima del escenario. Claro que estamos aquí, eso es innegable: pero no somos de aquí y por tanto, no tenemos porqué aceptar esas normas.

Porque si aceptamos esa escala de valores, esas medidas, esos patrones y esas reglas, entonces ¿Qué estamos haciendo aquí sino replicar una y otra vez, cíclicamente una rueda del Samsara? ¿De verdad se nos agota el tiempo? Si nos sabemos infinitos ¿por qué nos dejamos guiar por los mismos patrones de aquellos que no lo son?

Congruencia, lo de dentro con lo de fuera.

Ese camino, es individual y exclusivo para cada uno de nosotros, tantos caminos como fractales, tantos fractales como frecuencias, tantas frecuencias como realidades. Y al final y al principio, todo empieza y termina en el mismo sitio, porque nada empieza y termina realmente, salvo lo creado. Y lo creado no es proyectado, porque lo creado tiene miedo a morir y siente que el tiempo se agota, mientras que lo proyectado siempre ha estado ahí.

En un eterno presente, las decisiones se tomaron, se toman y se tomarán aquí y ahora.

https://www.desesperadostv.com/2023/02/la-mision-de-vida-un-programa-que.html  

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