17.8.20

Tomamos consciencia y, desde una firme serenidad, recuperamos nuestro poder

EL LEÓN DORMIDO ESTÁ DESPERTANDO EN ESPAÑA    

El embalse plandémico empieza a quebrarse por la presión de la Consciencia.
Los medios oficiales ridiculizan y atacan sin disimulo.
La élite chilla por unos “cientos”

Pueblos ibéricos: apetitoso champiñón (envenenado) para las élites

Los pueblos ibéricos, antes de tocar fondo en cada crisis histórica desde el tiempo de los romanos, presentaban muy similares circunstancias a las que hemos estado viviendo durante las últimas décadas: adocenamiento, apatía y desunión. Siempre fue fácil para el invasor, al principio, conquistar y someter a estos pueblos en su aparente debilidad. Un bombón demasiado apetecible como para no aprovecharse de la situación y zamparlo gustosamente. ¿Qué podría ir mal? Nadie pensaría que semejante bocado fuera a indigestarse nunca.

Pero Roma se topó al norte con los irreductibles pueblos celtíberos de las regiones montañosas: los cántabros y astures. Después también tuvieron que dar cuenta en sus registros de la legendaria resistencia de Numancia. Las más altas autoridades romanas tuvieron que ir personalmente a la península una y otra vez, porque la sangre de las legiones no cesaba de derramarse en guerras y asedios que no parecían terminar nunca. Y aunque el imperio finalmente venció, la memoria quedó grabada profundamente en las células, en los genes y en los corazones del colectivo ibérico…


Cuando siglos más tarde, en el año 711, las fuerzas del Califato Omeya penetraron en el sur de la península por el estrecho, encontraron en un comienzo aquellas mismas debilidades que otrora hicieron exitosos los primeros pasos de la conquista romana. En esta ocasión, los territorios del reino visigodo caían sin remedio ante otro imperio, esta vez de corte fanático-religioso. Y todo iba bien, hasta que llegaron -sí, otra vez-, al norte. El emperrado norte. Y de ahí no pasaron jamás.

No obstante, a aquellos pueblos resistentes de las montañas les tomó varios siglos, nada menos que 780 años, el expulsar de la península a los invasores árabes. Para, sin pausa alguna, comenzar a expandirse como ningún otro imperio lo hizo jamás sobre la Tierra, pues tal era la fortaleza y cohesión alcanzada durante todo el proceso de cooperar todos unidos por un objetivo común. Cierto que estos reinos cristianos cayeron en los mismos errores de quienes antes los habían sometido. No hay mucha consciencia en zafarse de un imperio para convertirse, a su vez, en otro imperio y hacer eso que hace todo imperio con aquellos pueblos y personas que no están dispuestos a someterse.

Tal vez por ello la historia tenía que repetirse. Era 1807 y aquellos primeros pueblos celtíberos que luego se transformaron, aglutinaron y llamaron Reino de Castilla, ahora eran referidos, conjuntamente, como España. Y Francia era el nuevo y flamante imperio dominador de la época. Napoleón Bonaparte se sintió, cómo no, muy tentado por la virtual o aparente debilidad de aquel pueblo sumido en horas bajas. Al  pequeño corso -devenido héroe y emperador francés- le bastó echarse el farol de que su poderoso ejército iba de paso, “solo” para ajustar cuentas con Portugal. Pero se quedaron también en España. Fue tan fácil…

Las tropas españolas no planteaban, en principio, ningún problema, sólo tenían que seguir el guión del nuevo amo. Las órdenes eran entonces -como hoy lo son- de plegarse sin oponer resistencia alguna. Así fue hasta los primeros levantamientos populares del (siempre emperrado e indomable) norte y de Madrid, el 2 de Mayo de 1808. El estallido social fue sangriento: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, usando todo objeto que fuera susceptible de ser empleado como arma. No menos intensa y bárbara fue la subsiguiente represión francesa. Pero, ¿sabían los oportunistas extranjeros dónde se estaban metiendo?

El ejército regular español, como dijimos, tenía órdenes de NO HACER NADA (les suena la situación?). Pero no todos acataron, no todos dejaron al pueblo batirse solo, defenderse solo frente al invasor. Recordemos:

“Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, permanecieron acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del Parque de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección. Entre los insurrectos de mayor graduación de aquella jornada destacaron los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, que asumieron el mando por ser los más veteranos. Se encerraron en Monteleón junto a sus hombres y decenas de vecinos que allí fueron en busca de combate contra los franceses, repeliendo oleadas de las tropas de Murat mandadas por el general Lefranc. Sin embargo, acabaron muriendo combatiendo en situación de inferioridad contra los refuerzos enviados desde el vecino palacio de Grimaldi, cuartel general de Murat. Otros militares tampoco acataron la orden superior de no intervenir y lucharon junto a Daoíz y Velarde, como el teniente Jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen, herido de gravedad, y José Hezeta“. (Wikipedia, Levantamiento del 2 de Mayo)

Después de aquello y durante los años siguientes, hasta 1814, España se convirtió en la pesadilla de Napoleón, en el Vietnam de Francia. Y en la pared de un barracón de las tropas napoleónicas en territorio español, un soldado francés escribiría: “España, la gloria de los generales, el deshonor para los oficiales y la muerte para los soldados”.

Vendrían más episodios después, donde -una vez más en decadencia- estos pueblos indomables ibéricos finalmente se engarraron entre sí con saña y locura, en guerras fratricidas, en la última de las cuales (1936-1939) casi se aniquilan a sí mismos, por completo. Pero, una vez más, sobrevivieron y de algún modo se recuperaron. Y si ellos, si todos nosotros en esta tierra del sur de Europa, hemos superado todo lo imaginable, toda debacle o tragedia venida de fuera o de dentro, ¿qué habrá de pasar ahora, justo ahora, donde la historia se está repitiendo una vez más, pero esta vez a nivel planetario?

No cabe duda de que el león interno de los pueblos del mundo se está despertando de nuevo, por su visceral e innato sentido de supervivencia. El desafío es total, porque ya no puede haber futuro para nadie si no se comprenden y aplican las lecciones de la historia, de la vida, definitivamente;  para vivir todos desde el respeto y la colaboración mutuas, en paz y en armonía, todas las personas y pueblos que así lo elijan. Porque esta es, en primer lugar, una Revolución en la CONSCIENCIA.  Que nadie se llame a engaño.

La integridad, la armonía, el Amor incondicional, pese a lo que pudieran pensar muchos alienados o dormidos, no es algo blando o ñoño. Es lo más poderoso, resiliente y resolutivo que hay. Y en Madrid, el día 16 de agosto se congregaron algunos miles de personas, sin banderas, sin ideologías; unidos por la libertad y los derechos fundamentales.

Este primer golpe encima de la mesa de la sociedad española durante la “plandemia”, tras el extraordinario ejemplo de Alemania, será recordado como el rugido inicial de una sociedad que recién despertó en medio de una pesadilla inducida por las élites globalistas, llamada covid-19El levantamiento ha comenzado.

Gente de bien, enfócate en lo que deseas, en lo que quieres, todos a una en la misma dirección, en el paradigma de vida armónico y consciente que muchísimas personas sentimos dentro, para vivirlo en nuestro entorno. Porque así lo hemos decidido. Élite depredadora, corre mientras puedas….

Saben que no tienen salida ni escape, por eso estas prisas, este descaro, estos coletazos y los que vengan. La desobediencia civil MASIVA y pacífica va a derrumbar todos sus castillos de arena, simplemente con la Humanidad dejando de atenderles, de hacerles caso, de seguir su guión demencial. Tomamos consciencia y, desde una firme serenidad, recuperamos nuestro poder, proclamando nuestra integridad y soberanía inviolables, como seres humanos libres e independientes que hacemos parte de la Vida y que, por ello, somos la misma VIDAY la Vida, por naturaleza, tiende a su desarrollo y realización plenos, sin condiciones.

Freeman – Webmaster de Liberación AHORA

No hay comentarios:

Publicar un comentario