14.8.21

¿Nos cruzamos de brazos viendo como nos destruyen y destruyen todo lo conocido?

 © AQUÍ ESTAMOS ¿Y AHORA QUÉ?                        

Está meridianamente claro que nada seguirá tal como era hace unos meses. Ante ello pueden adoptarse por lo menos dos posturas: Dejarse llevar o resistirse.

Tal vez las cosas no sean tan simples y haya que profundizar algo más en la toma de posición.

Sin entrar en ningún bando concreto solo remitiéndome a la pura y dura realidad de la limitación de libertades, movimientos y posibilidades concretas de vida, me parece hallarme en un aparente callejón sin salida.

Tanto si creemos en el relato oficial como si no, nuestro margen real de maniobra es el mismo. Hemos perdido autonomía, iniciativa y lo peor de todo… dignidad.

Estamos controlados, perimetrados y oprimidos. Y no entro en lo de manipulados pues lo que deseo es efectuar un análisis desapasionado y lo más realista posible.

Solo me valen los hechos y no las opiniones. Soy el primero en apartarme de mis creencias si quiero llegar a establecer un marco de la situación lo más aproximado de la realidad.

Si estalla una guerra se produce de inmediato el arrasamiento del modus operandi vigente que se sustituye por la ley marcial (eliminación de todas las garantías personales). Es la dinámica del sálvese quien pueda, poco más a discutir.

Con el panorama social creado a raíz de la operación “pandemia” hemos de reconocer que de manera sibilina y gradual nos adentramos en la misma dinámica del párrafo anterior con el agravante de nuestra aceptación inconsciente.

El hecho de que en esta gran operación esté implicada la gran mayoría de la población mundial confiere a la situación una desmesura que da como resultado la sensación de imbatible. Como si fuera una maldición ineludible.

Lo más parecido a un desastre global… ¿el famoso Armagedón?

Quizás una demolición controlada o tal vez, descontrolada…

Nada favorable para mí ni para nadie. De este inmenso “punch” todos saldremos tocados. La cuestión sería ¿lo aceptamos de buen grado o lo enfrentamos al precio que sea? 

Si estamos de acuerdo en que todos saldremos malparados, ¿nos vamos a cruzar de brazos viendo como nos destruyen y destruyen todo lo conocido hasta ahora?

¿Tenemos capacidad de revertir la situación?

¿Tenemos ganas de hacerlo?

He de reconocer que tengo la moral por los suelos pero no por ello dejo de recordarme que estoy aquí y que si algo quiero he de ser yo quien debe lanzarse a conseguirlo.

Como conclusión provisional reconozco la magnitud del desastre y mi limitadísima capacidad de acción para contrarrestarlo pero me emplazo a seguir atento la aparición de cualquier resquicio por donde poder meter baza.

O sea que la cabeza alta y los ojos bien abiertos

ARMAGEDÓN

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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com

14 agosto 2021

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