2.8.23

Aceptar nuestra naturaleza programada nos puede permitir abrir rendijas en esta matrix

© EL SER HUMANO, UN SOFISTICADO ALGORITMO  

El mundo tecnológico en el que vivimos está cambiando radicalmente las formas de relacionarnos, pensar, crear, amar, trabajar y nos plantea grandes retos respecto a nuestra identidad. El algoritmo y la Inteligencia Artificial ya no son visiones de ciencia ficción, sino una realidad tangible. Así en este mundo de las redes sociales, la virtualidad, la robótica y el poder de los datos y la información, necesitamos encarar el punto de vista ético. Porque como humanos, la vida debe poder ser ordenada contando con la ética. L'ètica algorítmica - Francesc Torralba

Hoy en día esta palabra -algoritmo- flota por todas partes y es lógico porque está detrás de casi todo, gobernándolo con unas directrices concretas.

Entendemos por algoritmo un conjunto de operaciones o instrucciones que deben seguirse una tras otra. Su objetivo es resolver un problema, obtener un determinado resultado.

El tema está rodeado de una comprensible polémica por el alcance que va cogiendo en la vida de las personas que parecen estar supeditadas –para bien o para mal– al control de esta tecnología llamada inteligencia artificial.

Hace unos años se empezó a hablar de ella, centrada en la aparición de los robots. En este caso se trata de artilugios mecánicos con ciertas prestaciones automatizadas que van desde los dispositivos de detección de humos que disparan una alarma hasta los artefactos que reconocen la voz humana y actúan en consecuencia según las aptitudes para las que han sido diseñados.

La informática es la base de todo este abanico de posibilidades que aumenta exponencialmente y empieza a preocupar a la gente que ve peligrar su propio sentido humano si todo es controlado y además manipulado de forma antinatural al acceder al cuerpo humano con implantes y conexiones electrónicas.

Si bien esta última faceta es controvertida porque supone el control externo de la persona, nos podemos plantear algo bastante decepcionante para nuestra propia autoestima y es que, bien mirado, el ser humano no deja de ser todo él un sofisticado algoritmo!

Nos indignamos y asustamos ante lo que parece una invasión del espacio humano por la tecnología, pensando que perderemos nuestra autonomía de vida...

No es para justificar nada, pero necesitamos ser conscientes de que nuestra vida está “automatizada de serie”. Todo el cuerpo interno funciona por cuenta propia, sin nuestra intervención consciente.

Y puesto que hablamos de conciencia... nuestras emociones, sensaciones y experiencias vitales están sometidas a unas interpretaciones internas subconscientes que nos hacen reaccionar de forma determinada según nuestra “educación cultural” (o programación)

Nuestro cerebro procesa (tal como un ordenador programado) todo lo que le llega siguiendo unas pautas “aprendidas” o “innatas” que también están fuera del alcance de nuestro consciente. Por otra parte, nuestra mente es todo un “software de serie” aplicado a nuestra supervivencia en la vida.

Con esto no quiero decir que en la persona todo sea programado y no haya espacio para una cierta autonomía. Aquí es donde entraríamos en los aspectos del alma y el espíritu que es terreno de las creencias y por tanto son cuestiones especulativas.

Volviendo al tema inicial, debemos admitir que nuestras funciones están definidas y automatizadas (por nuestro bien) y si entramos en el ámbito de la libertad o el libre albedrío, también debemos reconocer las carencias que se dan.

Nuestra vida está gobernada por la mente (el cerebro) y las emociones (el corazón). La conciencia presente en nosotros es el observador y el juez de los procesos. Las decisiones voluntarias que tomamos son la consecuencia de este juicio basado en unas premisas aprendidas, por tanto volvemos al campo de los algoritmos.

Ser valientes y aceptar nuestra naturaleza “programada” nos puede dar margen para abrir rendijas en esta “matrix” donde estamos integrados y aspirar a conocer niveles de realidad diferentes (¿mejores?)

En cualquier caso lo que no debemos hacer es amargarnos la vida al descubrir esta situación de sometimiento a algo que nos gobierna (directa o indirectamente).

Ser conscientes de ello es el primer paso para tratar de salirnos si podemos (o si queremos!)

O así me lo parece

Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com  – 2 de agosto de 2023

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