10.4.25

Ser libre es solo disfrutar del hecho de ser... y dejar de complicarse la existencia

LIBERARSE ES UNIRSE                                 

A aquello de lo que nos creemos separados

Ser libre no significa ser distinto a los demás. Tampoco significa sentirse lejos de nada. Liberarse no significa comportarse de forma original, hacer cosas nuevas, inventar un mundo distinto. La libertad no tiene que ver con el aislamiento: construir fronteras y burbujas es algo menos que liberarse.

Ser diferente al resto no nos hace libres, en cualquier caso nos hace personas. Somos quienes somos y nada puede evitarlo. Por qué deberíamos querer reivindicarlo, puede verse a simple vista que todo el mundo es singular, único, diferente. La libertad y nuestras peculiaridades se asemejan tanto como la espiritualidad y la ensalada.

Libertad no es individualidad. Liberarse es unirse

Poco tiene que ver la libertad con la identidad. La libertad no surge del hecho de individualizarse. Liberarse no consiste, ni mucho menos, en alejarse y permanecer al margen del resto de elementos y fenómenos que tienen lugar y acontecen en el mundo. Liberarse es, por el contrario, unirse al mundo y al principio que le da forma y existencia, y sentir que se participa de una realidad impresionante.

La libertad es la conciencia de la realidad y de su unicidad. La liberación es el descubrimiento de que la realidad de la existencia –que ciertamente nos implica– nos trasciende. Ser libre es saberse unido a lo que se creía separado. Una hoja, por ejemplo, no es casi nada en sí misma. Pero en ella se presentan el otoño y la primavera, la naturaleza y la vida y la realidad, y toda la fuerza que hace posible el mundo se refleja y se pone de manifiesto en ella.

La libertad es la experiencia de esta constatación. Liberarse es permitir que despierte la evidencia de que la realidad inmanente que nos interpela a cada instante nos trasciende y no se agota en nosotros ni en nadie. Liberarse es entregarse plenamente a una especie de principio o fuerza que genera el universo entero y lo espolea, y que se revela inevitable.

Liberarse es dejar atrás la falsa creencia de una separación y abrirse a la conciencia de que existimos pero sin embargo no somos nadie, sino que pertenecemos a un inmenso entramado del que salir es imposible. E indeseable, porque nada puede hacernos más felices que el hecho de sentirnos unidos a la fuente de la vida, a la fuerza que nos aviva a nosotros y a todos.

No causa sino consecuencia

Ser libre es actuar según corresponde a cada instante, con naturalidad y sin preocuparse demasiado. Liberarse es pasar de la potencia a la realización, deshacer la caprichosa idea de que uno mismo debe darse sentido a sí mismo, y abrazar el sentido en sí mismo: hacer lo que toca tal y como toca. Y punto. La voz del corazón sabe escuchar el clamor de la naturaleza.

Somos la consecuencia del surgimiento del mundo, no su causa. No hace falta que hagamos nada nuevo. No hace falta que nos inventemos algo original. Basta con que disfrutemos del vivir y que actuemos en consecuencia, sabedores de que no movemos el mundo sino que nos movemos con él.

Saborear la libertad es tomar conciencia de que la realidad que nos trasciende se manifiesta a través nuestro. Ser libre es simplemente disfrutar del hecho de ser. Y sobre todo dejar de complicarse la existencia.

Aceptar la vida como un don, con humildad; y saborearlo con alegría, he aquí lo que es eso de sentirse libre. Para ser libre sólo es necesario aceptar la gratuidad de la vida.

https://www.sufi.cat/alliberar-se-es-unir-se/ 

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