9.5.25

El dilema sigue en pie y cada vez más radical. El tiempo de las palabras ha terminado

© SEGUIR GOLPEANDO HIERRO FRÍO

Como deciamos ayer...

Por mucho que lo vemos venir, por mucho que nos conste de forma inapelable, por mucho que hablemos, seguimos parados sin tomar las decisiones que la realidad nos reclama con urgencia.

El apagón general de hace unos días es una demostración más de por dónde van los tiros. No querer verlo es una constatación más de la línea de control en la que estamos sumergidos de hace tiempo.

Con un simple clic todos quedamos en el desvalimiento más miserable y todavía nos entretenemos con el “sexo de los ángeles” en vez de encarar de una vez la trascendencia de este sometimiento.

Cuando la gente vivía en entornos rurales donde cultivaban los alimentos, no existían las "comodidades" de las que ahora "disfrutamos" pero era autosuficiente e independiente.

Llegó la “industrialización” y todos hacia las ciudades en las que, encajonados y controlados, se perdió la autonomía, la solidaridad y la dignidad humana... a cambio de un sueldo miserable.

La devaluación humana empezó el camino que nos ha llevado a donde estamos, atrapados en la telaraña del “progreso” y la “tecnología” sustitutos de los valores que nos hacen humanos.

La dinámica en la que estamos inmersos, además de sernos perjudicial, cuenta con nuestra aparente aquiescencia porque es más cómodo dejarse llevar que plantarse y reflexionar.

Es evidente que hoy en día se nos hace muy cuesta arriba plantearnos renuncias que permitan despegarnos del sistema en el que estamos atrapados.

Pero no hay otra si lo que queremos es recuperar nuestra razón de ser, nuestra libertad de pensamiento y acción...

Por el contrario, si nos dejamos llevar por la inercia de los acontecimientos, nos tendremos que  “comer con patatas” lo que vayan decidiendo para nosotros quienes tienen las riendas de todo.

Una vida de sumisión puede ser denigrante pero no será la muerte de nadie (física se entiende). Otra cosa es la desnaturalización anímica y espiritual que comporta.

Así que el dilema sigue en pie y cada vez más radical. El tiempo de las palabras ha terminado y toca tomar decisiones, por iniciativa nuestra o por obligación ajena.

Cuando los retos se vayan materializando no habrá más escapatoria y entonces necesitaremos tomar alguna de las dos opciones: Seguir lo que nos marquen o desobedecer.

Quizás ahora lo más importante es tratar de identificar qué es lo que queremos realmente, teniendo en cuenta el precio que habrá que pagar, para estar listo cuando llegue el momento de decidir.

Y si no cambiamos de pensamiento y no tomamos ninguna decisión previa... pues ya nos lo encontraremos y será lo que deba ser porque la vida no se detiene.

O así me lo parece

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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 9 mayo 2025

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