1.7.24

Hemos venido aquí a tener la experiencia de una vida terrenal, con todo lo que implica

CONSIDERACIONES (IX)                       

En este Consideraciones vamos a hablar de un tema difícil de calificar, delicado de tratar y al mismo tiempo complejo de transmitir por su sencillez, una sencillez a la que se llega después de mucho trabajo, de quitar capa tras capa para poder encontrarnos con lo esencial. En realidad, es algo tan natural que lo traemos de forma innata, pero luego, poco a poco, el ego y la personalidad virtual se encarga de opacar y esconder.

Estuve pensando si exponer este tema, si era el momento oportuno, y también si estoy capacitado para saberlo transmitir, pues no resulta nada fácil, pero la importancia que tiene para todo iniciado y buscador sincero, me alentó a hacerlo. Estamos hablando de descubrir, nada menos, que quiénes somos, algo que en muchas ocasiones hablamos del Ser, que, si debemos ubicarnos en la consciencia del Ser, conectar con él para que se pueda expresar, etc.

También hablamos de crear el cuerpo de enlace espíritu necesario para su manifestación, pues, de otra manera, no tendría un vehículo apropiado para poder expresarse.

Pues bien, he podido observar que uno de los principales problemas que nos encontramos es la despersonalización del Ser, es decir, que tendemos a hablar del Ser en tercera persona, como si fuera alguien totalmente ajeno a nosotros, esa entidad que se encuentra en algún punto adimensional y de la que sabemos tan poco, como si fuera una entidad celestial que pareciera que no tiene nada que ver con esta existencia terrenal, pero no es así. La unidad de carbono, la máquina humana, es un vehículo para que el Ser se pueda manifestar en esta realidad, pero nosotros no somos el vehículo sino el conductor, y ese conductor, detrás de toda la artificialidad, creencias, egos y deseos, no es otro que aquello que llamamos esencia, el Ser.

Esta esencia se expresa de forma natural en los niños pequeños, es algo que todos lo podemos apreciar, pero le falta el conocimiento, la sabiduría y la consciencia que solo el tiempo y la experiencia le pueden proporcionar. Solo que, en su camino, se interpone el ego con sus deseos que revierten la esfera de consciencia para centrarse en el exterior y olvidarse de sí mismo. Sin embargo, la esencia permanece, no es eliminada, sino en todo caso ocultada, o mejor diríamos, sepultada. Por este motivo, la esencia del Ser es recuperable a través del trabajo interior, con la debida atención e intención de un propósito mantenido.

Cuando hablamos de observar el ego, está claro que tenemos que ubicar la atención por encima de él, pues no se puede observar el bosque desde dentro del bosque. Es aquí donde suele surgir el problema, porque tenemos que situarnos en la consciencia y, para ello, no queda más remedio que parar la mente durante al menos un momento, un momento que nos saque de la personalidad virtual y nos podamos situar por encima. Igual que hemos estado tantos años identificados con el ego, creyendo que somos el ego, y hemos pensado, hablado y reaccionado como ego, ahora tenemos que recuperar la identificación con el Ser, para pensar, hablar y accionar como Ser. ¿Cómo hacer esto? Pues trabajando con el silencio y volviendo a ser niños, para irnos descubriendo a nosotros mismos, para descubrir quiénes somos en realidad, más allá de nuestro intelecto y emociones, más allá de nuestra personalidad virtual, más allá del ego, más allá de nuestros deseos y apetencias.

Volver a ser niños es recuperar la pureza y la inocencia perdida, ver todo con ojos nuevos, dejando atrás el pensamiento resabiado y programado. Volver a ser niños es vivir cada día con alegría, con la magia del descubrimiento porque sabemos que todo es nuevo y no hay dos momentos iguales, disfrutando de las pequeñas cosas que son las importantes. Volver a ser niños es vivir en un eterno presente, sin el peso del pasado ni la ansiedad del futuro, porque el presente es el regalo que nos damos.

Por su parte, trabajar con el silencio es todo un arte y a la vez es una disciplina mental saludable que nos permite reconectar con lo que somos, creando el espacio para que se pueda manifestar lo nuevo, todo aquello que nos perdemos por estar siempre rodeados de ruido, tanto exterior como interior. Una mente que no para y está siempre llena de bullicio no puede experimentar lo nuevo, ni aspirar a descubrirse, porque la han usurpado, se ha convertido en una guarida de ocupas y ladrones que roban su energía, con el miedo, la culpa, la vergüenza, la ansiedad, la ira, la crítica, el rencor… y todas esas charlas mentales sin sentido ni concierto que habitan en nuestra mente, derrochando la energía sin crear nada productivo. Conviértete en el silencio y escúchate, así descubrirás quién eres.

Por último, me gustaría adentrarme en un asunto que creo es necesario y no se valora con respecto al Ser, y es que experimentar al Ser no significa que vamos a estar siempre con temas trascendentales en este avatar que transitamos. Nos podrán venir ideas luminosas, podemos sentir y entender cuestiones universales, podemos incluso tener sueños de gran profundidad y significado, todo dependerá de nuestra plantilla de existencia y nuestra misión a cumplir, pero subestimamos otras muchas cosas que tienen más que ver con nuestra experiencia en este espacio físico, con los pequeños detalles. Nos olvidamos que, el Ser que somos, ha venido a tomar un vehículo físico como avatar para experimentar y disfrutar de la diversidad de esta realidad, y que vivimos junto a otros avatares, de otros Seres, con quienes tenemos que relacionarnos y que podemos necesitar o pueden necesitar de nosotros, para su proceso de vida.

Como avatares del Ser, tenemos que comer, caminar, asearnos, realizar cualquier tipo de trabajo laboral, sea el que sea, y también descansar, tener actividades de ocio, de esparcimiento o de creatividad. Pues bien, todo eso lo podemos hacer también desde la atención y la conexión con el Ser, no porque sean actividades cotidianas significa que las tengamos que realizar en modo automático o inconsciente. Lo que quiero decir es que la conexión con el Ser es para todo momento y lugar, no solo para cosas que llamamos trascendentes o de orden superior. No olvidemos que hemos venido aquí para tener la experiencia de una vida terrenal, con todo lo que ello implica. Además, es seguro que, cualquiera que sea la actividad que realicemos, la haremos mejor y disfrutaremos más desde la atención y el recuerdo de quienes somos de verdad, desde el Ser.

El Ser también disfruta compartiendo con otros, relacionándose con los demás que nos rodean, escuchándolos, ayudándoles, recibiendo de los demás y dando lo que cada uno tiene y a los otros les puede hacer falta. Experimentar el Amor, no es solo sentirlo o decirlo a quien amamos, es demostrarlo compartiendo juntos, es sobrellevar las cargas pesadas y también alegrarse con sus triunfos, ofreciendo su comprensión, su calor y su compañía en las duras y en las maduras, pues todos necesitamos de los demás. Levantarse cada día con la intención de compartir Amor con quienes nos rodean, es un loable propósito que llenará de sentido nuestras vidas y un regocijo para el Ser.

El Ser no es ese extraño que no podemos conocer porque habita en las alturas, ni esa inefable entidad cósmica que nada sabe de detalles. La trascendencia está también en las pequeñas cosas y solo hay que saber mirar. Seamos Ser y un poco de cielo habitará la tierra.

Ángel Hidalgo

https://detrasdeloaparente.com/2024/06/consideraciones-9/  

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