18.10.24

La Verdad ha de ser amada para ser hallada, ha de ser no solo deseada sino necesitada

ESA ESQUIVA VERDAD                          

La Verdad es la que es y no la que nos gustaría. Para poder conocer la verdad hay que aprender a desprenderse de lo ilusorio, de las fantasías propias y ajenas, pero sobre todo del miedo que es quien limita la expansión de consciencia y empaña el cristal del entendimiento.

Todo se aprende por observación y experiencia, pero la capacidad de observación se encuentra a menudo teñida por nuestros deseos, por lo que me conviene o no me conviene, por lo que me agrada o desagrada. Sin embargo, la verdad pura y desnuda no atiende a deseos vanos, no está para satisfacer conveniencias, ni existe para colmar agrados. La experiencia es el campo donde nos probamos, la escuela donde aprendemos, el gimnasio donde nos entrenamos, la playa donde construimos castillos de arena que luego son borrados por las olas del mar.

Nadie nos podrá decir qué es la Verdad. Pueden ayudarnos a encontrarla, mostrarnos la puerta, pero no andar el camino por nosotros, pues la verdad tiene que ser descubierta por cada uno, de forma inequívoca, inapelablemente. Todos tenemos trozos de esa verdad, hasta el más insignificante de los mortales, y puede ser tan valiosa como la nuestra. Pero lo importante es que ese trozo de verdad, por muy pequeño que sea, nos capacita para abarcar una verdad mayor, pues está contenida, impresa, en el ADN de la Creación.

Aprender a escuchar es importante, aprender a sintonizar con las energías, es recomendable, pero saber situarnos en la imparcialidad se hace necesario si queremos descorrer los velos de la ilusión y la propia programación implantada. Mucho se habla de la observación, pero la pregunta es ¿quién es el que observa? Si nos observamos desde el mismo ego será un yo observando a otro yo, si nos observamos desde la mente será un pensamiento observando a otro pensamiento, si nos observamos desde el deseo material será un deseo observando a otro deseo. 

Es decir, que no tendremos la suficiente imparcialidad para ver el proceso completo en su intención y propósito verdadero, siendo visto desde una parcialidad que contempla a otra parcialidad, y por tanto el yo que observa es quien termina juzgando al yo observado, perdiendo por tanto la objetividad.

Indudablemente, la observación es algo que se aprende de forma gradual, algo que hay que entrenar a diario, es la práctica la que posibilita desembarazarnos de nuestros arquetipos y creencias anquilosadas, pues son éstos los que intentan suplantar la observación desde la Consciencia del Ser, la única capacitada para experimentar la verdad, por encima de gustos y disgustos, de simpatías y antipatías, de conveniencias e inconveniencias, de afinidades y repulsas.

La Verdad no es cuestión de modas que vienen y se van, no es cuestión de lo que me gustaría o no me gustaría, es lo que es, pero hay que ser valiente para poderla aceptar por encima de mis creencias, de mis miedos, de mis deseos. Para descubrirla hay que despojarse de vestiduras, alzarse sobre nuestras miserias y saber aislarse de las voces del bullicio, no solo del exterior sino también del interior, sumergiéndonos en el silencio que existe entre dos latidos y abrir los ojos sin temor.

Tan esquiva es como el pájaro que canta, que cuando nos acercamos creemos que lo podemos coger. Pero no puede ser atrapado, ni apresado, ni enjaulado, solo te deja escuchar su canto si te acercas en silencio, si te acercas con respeto, si te acercas con Amor. 

Sí, con Amor, porque la Verdad ha de ser amada para ser hallada, ha de ser no solo deseada sino necesitada, como el aire que nos falta para respirar, como el ciego que ansía ver la luz, como el niño perdido que busca encontrar su Hogar.

Ángel

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2 comentarios:

  1. Sublime Angel, un honor y un placer saber de ti, gracias Joan, Amic, por compartir. El solo es tan magistral que no puedo aportar más que admiración, si acaso hilando con esa super escala final, decia una canción de mi época: solo necesito el aire si estás tu. Henry Thoreau tambien decía: antes que el dinero, la fama, la fe, el amor, dadme la verdad.

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