ESA ESQUIVA VERDAD
La Verdad es la que es y no la que nos gustaría. Para poder conocer la verdad
hay que aprender a desprenderse de lo ilusorio, de las fantasías propias y
ajenas, pero sobre todo del miedo que es quien limita la expansión de
consciencia y empaña el cristal del entendimiento.
Todo se aprende por observación y experiencia, pero la capacidad de observación
se encuentra a menudo teñida por nuestros deseos, por lo que me conviene o no
me conviene, por lo que me agrada o desagrada. Sin embargo, la verdad pura y
desnuda no atiende a deseos vanos, no está para satisfacer conveniencias, ni
existe para colmar agrados. La experiencia es el campo donde nos probamos, la
escuela donde aprendemos, el gimnasio donde nos entrenamos, la playa donde
construimos castillos de arena que luego son borrados por las olas del mar.
Aprender a escuchar es importante, aprender a sintonizar con las energías, es recomendable, pero saber situarnos en la imparcialidad se hace necesario si queremos descorrer los velos de la ilusión y la propia programación implantada. Mucho se habla de la observación, pero la pregunta es ¿quién es el que observa? Si nos observamos desde el mismo ego será un yo observando a otro yo, si nos observamos desde la mente será un pensamiento observando a otro pensamiento, si nos observamos desde el deseo material será un deseo observando a otro deseo.
Es decir, que no tendremos la suficiente imparcialidad para ver el proceso
completo en su intención y propósito verdadero, siendo visto desde una
parcialidad que contempla a otra parcialidad, y por tanto el yo que observa es
quien termina juzgando al yo observado, perdiendo por tanto la objetividad.
Indudablemente, la observación es algo que se aprende de forma gradual, algo
que hay que entrenar a diario, es la práctica la que posibilita desembarazarnos
de nuestros arquetipos y creencias anquilosadas, pues son éstos los que
intentan suplantar la observación desde la Consciencia del Ser, la única
capacitada para experimentar la verdad, por encima de gustos y disgustos, de
simpatías y antipatías, de conveniencias e inconveniencias, de afinidades y
repulsas.
La Verdad no es cuestión de modas que vienen y se van, no es cuestión de lo que
me gustaría o no me gustaría, es lo que es, pero hay que ser valiente para
poderla aceptar por encima de mis creencias, de mis miedos, de mis deseos. Para
descubrirla hay que despojarse de vestiduras, alzarse sobre nuestras miserias y
saber aislarse de las voces del bullicio, no solo del exterior sino también del
interior, sumergiéndonos en el silencio que existe entre dos latidos y abrir
los ojos sin temor.
Tan esquiva es como el pájaro que canta, que cuando nos acercamos creemos que
lo podemos coger. Pero no puede ser atrapado, ni apresado, ni enjaulado, solo
te deja escuchar su canto si te acercas en silencio, si te acercas con respeto,
si te acercas con Amor.
Sí, con Amor, porque la Verdad ha de ser amada para ser
hallada, ha de ser no solo deseada sino necesitada, como el aire que nos falta
para respirar, como el ciego que ansía ver la luz, como el niño perdido que
busca encontrar su Hogar.
Ángel
Sublime Angel, un honor y un placer saber de ti, gracias Joan, Amic, por compartir. El solo es tan magistral que no puedo aportar más que admiración, si acaso hilando con esa super escala final, decia una canción de mi época: solo necesito el aire si estás tu. Henry Thoreau tambien decía: antes que el dinero, la fama, la fe, el amor, dadme la verdad.
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