27.3.25

Estemos al tanto de las pequeñas cosas de cada día, que nos irán planteando sus retos

© QUITARNOS DE EN MEDIO               

Tantas vueltas que le damos a “cambiar al mundo” y quizá lo que haría falta es que nos retiráramos, que nos quitáramos de en medio y dejáramos que las cosas fluyeran y se asentaran por sí solas.

¡Qué poca costumbre tenemos (por no decir nula) de renunciar a intervenir en todo lo que pasa o en lo que nos gustaría que pasara!

¿Por qué será que tenemos la obsesión de que todo debe ser “obra nuestra” para que tenga validez como si la Naturaleza fuera cosa de ayer?

Toda la Creación no para de afinarse, de encajarse, de equilibrarse en su totalidad... por sí sola, sin nuestra supuesta "ayuda" que la mayoría de las veces no es más que un estorbo.

Nuestro trabajo es formar parte de esta magnífica totalidad amoldándonos y respetándola. Aunque nos parece una tarea insignificante y poco "glamurosa", centrarnos en nosotros mismos y en la relación con nuestro entorno, supone una gran responsabilidad para el éxito de todo.

Un árbol en medio del bosque vela por su mantenimiento -desde las raíces hasta las hojas- y lo hace en comunión con todas las plantas que lo rodean en el bosque ayudándose mutuamente en todo momento.

Los humanos somos una parte del todo y, en nuestro entorno más cercano, tenemos el mismo papel que el árbol en medio del bosque: tener el máximo cuidado propio compartiéndolo con los que nos rodean.

Para mantener el equilibrio general sólo debemos ceñirnos a nuestra responsabilidad personal y a estar abiertos a echar una mano a quien nos lo pida, si está a nuestro alcance hacerlo.

Las grandes actuaciones no dejan de ser alteraciones de los hábitats naturales en los que estamos y una muestra de falta de humildad y aceptación de nuestra razón de ser.

Si el ser humano ha aparecido en este mundo natural donde todo sigue unos caminos establecidos no creo que sea para cambiarlo sino para formar parte del mismo y disfrutarlo sin estropearlo.

La inteligencia de la que estamos dotados parece que nos impela a “hacer cosas” a “inventar” y no digo que no pueda hacerse siempre que no afecte al entorno que nos acoge.

Pensemos que sin el sol, el aire, la tierra, el agua... que son la base de la vida, nuestra situación no tendría posibilidades. O sea que todo el respeto y cuidado hacia lo que nos es dado gratis.

Quizás el gran error en el que caemos habitualmente es dar por hecho que todo esto, que nos encontramos al alcance de la mano, es nuestro y podemos hacer el uso que nos parezca sin cuidado ni medida.

A partir de este error inicial vienen los espejismos posteriores de creernos los “reyes de la creación” y más aún suponernos empujados a “mejorarla” sin comprender que cada cosa está en el lugar que le corresponde y donde hace la función exacta para la que fue creada.

Hay mil formas de utilizar nuestras capacidades para ensamblarnos fructíferamente al conjunto de bienes entre los que nos movemos.

La mayoría de ellas son de cariz espiritual, producto de nuestra alma, que es el rasgo diferenciador del resto de vivientes: Bondad, compasión, generosidad, esfuerzo, paciencia, confianza...

Todo lo que no sean valores que broten del corazón debemos dejarles correr y sólo dejarnos llevar por los que nos reporten bienestar, paz y alegría, que son en definitiva la base de la felicidad.

Por tanto estemos pendientes de las pequeñas cosas, del día a día, que nos irán planteando los retos a los que podremos dar respuesta en nuestro beneficio y el de nuestro entorno.

O así me lo parece

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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 27 marzo 2025

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