EL EJÉRCITO INSPIRA UNA NUEVA MODA JUVENIL
La tendencia, inspirada por modelos de otros países europeos, está captando la atención del Ministerio de Defensa y refleja un cambio generacional: parte de la juventud busca orden, autocontrol y sentido de pertenencia en un contexto social cada vez más individualista.
Una alternativa a la mili que gana adeptos
La mili se abolió en España en
2001, pero la idea de que los jóvenes pasen por una experiencia formativa bajo
el modelo del Ejército nunca ha desaparecido del todo. Un reciente estudio
de YouGov reveló que un 42% de los españoles apoyaría la
recuperación del servicio militar obligatorio. Aunque el dato está por debajo
de países como Francia o Alemania, refleja una realidad social: la nostalgia
por una formación que combina valores,
disciplina y patriotismo.
Esa demanda ha dado lugar a un nuevo mercado en auge: los campamentos con estética militar. Con
uniformes, marchas al amanecer y ejercicios de supervivencia, buscan emular el
rigor castrense sin vinculación directa con las Fuerzas Armadas. En apenas una
década, estos programas han pasado de ser una rareza a movilizar a más de 2.000
jóvenes cada verano, concentrando ya un 5% del sector nacional de campamentos
estivales.
De Sigüenza a Valencia: campamentos con disciplina y
brújula
En provincias como Guadalajara, Madrid o Valencia proliferan
los centros que ofrecen estancias de entre una y tres semanas bajo una
estructura jerárquica similar a la militar. Las jornadas incluyen adiestramiento físico , marchas,
clases de primeros auxiliares y talleres de supervivencia. En
algunos casos, se utilizan réplicas de armas de airsoft para
simular estrategias de defensa y coordinación en grupo.
“No formamos soldados, formamos personas más fuertes”,
explica José Gómez, exmilitar y director de un campamento en Sigüenza. Empezó
con una docena de alumnos y hoy supera los 200. “Muchos llegan con miedo a la
disciplina, pero salen con autoestima y sentido de equipo”.
Críticas y recuerdos institucionales
El auge de esta tendencia no ha pasado desapercibido. Desde
el Instituto de la Juventud
(Injuve) se han mostrado cautos ante la moda de los campamentos
castrenses. Su portavoz advierte que “la disciplina no se impone, se educa”, y
cuestiona la eficacia de estas iniciativas para resolver los problemas de
convivencia o rendimiento escolar.
Expertos en educación, como Mónica Nadal de la Fundación
Bofill, coinciden en que “quince días no cambian la vida de nadie”. Sin
embargo, reconocen que estos programas se conectan con una necesidad real de
límites y referencias en las nuevas generaciones.
Una tendencia que se extiende por Europa
España no es un caso aislado. En países como Dinamarca, Alemania o Suecia se han multiplicado las
fórmulas de “servicio cívico” o militarismo civil. La Guardia
Nacional Danesa, por ejemplo, ha triplicado su número de voluntarios desde
2023, alcanzando niveles de reclutamiento que no se veían desde la Guerra Fría.
En Alemania, el Gobierno ha reabierto el debate sobre el
servicio militar voluntario, con un aumento del 15% en las solicitudes en un
solo año. En Suecia, el programa de “defensa total” ya integra miles de civiles
que colaboran con el Ejército en tareas logísticas, de vigilancia o respuesta
ante emergencias.
El atractivo militar de la Generación Z
La investigadora Elisabeth Braw, del Financial Times, apunta a un
fenómeno sociológico detrás del auge de estos programas: la soledad juvenil y la búsqueda de
propósito en sociedades digitales. “La Generación Z compensa la desconexión
social con la exigencia física y la estructura”, sostiene. Esta tendencia
también se refleja en el aumento de gimnasios, clubes de defensa personal y
asociaciones de voluntariado cívico en toda Europa.
En España, los campamentos con estética militar aprovechan
esa necesidad de orden y pertenencia. Ofrecen una experiencia que combina ejercicio, naturaleza y disciplina, en
un entorno que promete desconexión del móvil y contacto real con otros jóvenes.
Sus promotores aseguran que no hay ideología ni adoctrinamiento, sino una
apuesta por la “fortaleza personal”.
Entre la educación y la nostalgia
El interés por estos programas pone de relieve un cambio de
paradigma en la educación informal. Mientras la mili sigue
siendo un recuerdo para generaciones mayores, los jóvenes de hoy reinterpretan
sus valores sin necesidad de cuarteles. Para algunos padres, es una forma de
reforzar la responsabilidad; para otros, un retorno preocupante a modelos de
autoridad rígidas.
Lo cierto es que, sin necesidad de restaurar el servicio
militar, España está asistiendo al resurgir de su espíritu. Una mili sin
fusiles, pero con la misma promesa de siempre: formar carácter y comunidad.
El fenómeno plantea un debate de fondo: ¿busca esta nueva
juventud disciplina o refugio? Mientras el Gobierno mantiene su negativa a
recuperar la mili, los campamentos que la evocan se multiplican, señalando una
verdad incómoda: en tiempos de incertidumbre, la estructura sigue siendo una
forma de libertad.

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