7.11.25

El fenómeno plantea un debate de fondo: ¿busca la juventud disciplina o refugio?

EL EJÉRCITO INSPIRA UNA NUEVA MODA JUVENIL 

El Gobierno ha reiterado que NO tiene intención de recuperar el servicio militar obligatorio, pero en España crece un fenómeno que lo recuerda demasiado. Cada verano, miles de jóvenes se inscriben en campamentos donde se respira disciplina, esfuerzo y espíritu castrense.

La tendencia, inspirada por modelos de otros países europeos, está captando la atención del Ministerio de Defensa y refleja un cambio generacional: parte de la juventud busca orden, autocontrol y sentido de pertenencia en un contexto social cada vez más individualista.

Una alternativa a la mili que gana adeptos

La mili se abolió en España en 2001, pero la idea de que los jóvenes pasen por una experiencia formativa bajo el modelo del Ejército nunca ha desaparecido del todo. Un reciente estudio de YouGov reveló que un 42% de los españoles apoyaría la recuperación del servicio militar obligatorio. Aunque el dato está por debajo de países como Francia o Alemania, refleja una realidad social: la nostalgia por una formación que combina valores, disciplina y patriotismo.

Esa demanda ha dado lugar a un nuevo mercado en auge: los campamentos con estética militar. Con uniformes, marchas al amanecer y ejercicios de supervivencia, buscan emular el rigor castrense sin vinculación directa con las Fuerzas Armadas. En apenas una década, estos programas han pasado de ser una rareza a movilizar a más de 2.000 jóvenes cada verano, concentrando ya un 5% del sector nacional de campamentos estivales.

De Sigüenza a Valencia: campamentos con disciplina y brújula

En provincias como Guadalajara, Madrid o Valencia proliferan los centros que ofrecen estancias de entre una y tres semanas bajo una estructura jerárquica similar a la militar. Las jornadas incluyen adiestramiento físico , marchas, clases de primeros auxiliares y talleres de  supervivencia. En algunos casos, se utilizan réplicas de armas de airsoft para simular estrategias de defensa y coordinación en grupo.

“No formamos soldados, formamos personas más fuertes”, explica José Gómez, exmilitar y director de un campamento en Sigüenza. Empezó con una docena de alumnos y hoy supera los 200. “Muchos llegan con miedo a la disciplina, pero salen con autoestima y sentido de equipo”.

Críticas y recuerdos institucionales

El auge de esta tendencia no ha pasado desapercibido. Desde el Instituto de la Juventud (Injuve) se han mostrado cautos ante la moda de los campamentos castrenses. Su portavoz advierte que “la disciplina no se impone, se educa”, y cuestiona la eficacia de estas iniciativas para resolver los problemas de convivencia o rendimiento escolar.

Expertos en educación, como Mónica Nadal de la Fundación Bofill, coinciden en que “quince días no cambian la vida de nadie”. Sin embargo, reconocen que estos programas se conectan con una necesidad real de límites y referencias en las nuevas generaciones.

Una tendencia que se extiende por Europa

España no es un caso aislado. En países como DinamarcaAlemania o Suecia se han multiplicado las fórmulas de “servicio cívico” o militarismo civil. La Guardia Nacional Danesa, por ejemplo, ha triplicado su número de voluntarios desde 2023, alcanzando niveles de reclutamiento que no se veían desde la Guerra Fría.

En Alemania, el Gobierno ha reabierto el debate sobre el servicio militar voluntario, con un aumento del 15% en las solicitudes en un solo año. En Suecia, el programa de “defensa total” ya integra miles de civiles que colaboran con el Ejército en tareas logísticas, de vigilancia o respuesta ante emergencias.

El atractivo militar de la Generación Z

La investigadora Elisabeth Braw, del Financial Times, apunta a un fenómeno sociológico detrás del auge de estos programas: la soledad juvenil y la búsqueda de propósito en sociedades digitales. “La Generación Z compensa la desconexión social con la exigencia física y la estructura”, sostiene. Esta tendencia también se refleja en el aumento de gimnasios, clubes de defensa personal y asociaciones de voluntariado cívico en toda Europa.

En España, los campamentos con estética militar aprovechan esa necesidad de orden y pertenencia. Ofrecen una experiencia que combina ejercicio, naturaleza y disciplina, en un entorno que promete desconexión del móvil y contacto real con otros jóvenes. Sus promotores aseguran que no hay ideología ni adoctrinamiento, sino una apuesta por la “fortaleza personal”.

Entre la educación y la nostalgia

El interés por estos programas pone de relieve un cambio de paradigma en la educación informal. Mientras la mili sigue siendo un recuerdo para generaciones mayores, los jóvenes de hoy reinterpretan sus valores sin necesidad de cuarteles. Para algunos padres, es una forma de reforzar la responsabilidad; para otros, un retorno preocupante a modelos de autoridad rígidas.

Lo cierto es que, sin necesidad de restaurar el servicio militar, España está asistiendo al resurgir de su espíritu. Una mili sin fusiles, pero con la misma promesa de siempre: formar carácter y comunidad.

El fenómeno plantea un debate de fondo: ¿busca esta nueva juventud disciplina o refugio? Mientras el Gobierno mantiene su negativa a recuperar la mili, los campamentos que la evocan se multiplican, señalando una verdad incómoda: en tiempos de incertidumbre, la estructura sigue siendo una forma de libertad.

https://maestroviejo.blog/espana-intenta-reforzar-su-ejercito-pero-un-dato-oculto-preocupa-al-observatorio-militar/

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