TE QUIEREN DÓCIL O MUERTO
Los herederos decadentes llamados globalistas, a través de
su sistema globalizado de dominación, han orquestado una vasta maniobra de
saqueo de naciones. No se trata de un proyecto de desarrollo ni de prosperidad,
sino de una empresa de destrucción civil y económica que avanza a un ritmo
forzado, tanto más evidente en países como Reino Unido y Francia, donde a
partir de ahora se aplica la política de tierra arrasada que se pone en el
punto de mira. Bajo la ilusión de un progreso inexorable, estos zelitas cada
vez menos invisibles tienen el único objetivo declarado de vaciar todas las
arcas públicas, manipular a las masas hipnotizadas y mantener su poder a toda
costa, degradando al máximo las condiciones de vida de los ciudadanos.
El ejemplo del Reino Unido es edificante. Una vez que un país donde la vida era buena, con una moneda fuerte y bajos impuestos, se ha convertido en una sociedad profundamente enferma, carcomida por la inflación, las desigualdades crecientes, la ideología despierta, la inmigración masiva y odiosa y la destrucción de todos los servicios públicos.
Cada reforma, cada ley, cada decisión política parece llevarse a cabo con el único objetivo de servir a la agenda suicida 2030, que quiere reducir a los ciudadanos a un puñado de simples consumidores, desconectados de las realidades pero conectados a la IA, mientras excavan en las redes sociales y las brechas económicas tanto como sea posible antes del lógico colapso del país. Los médicos son ahora proveedores de servicios que facturan por minuto, los pobres pagan cada vez más impuestos por servicios públicos que ya no satisfacen sus necesidades, lejos de los centros urbanos ocupados por inmigrantes y donde las infraestructuras se están deteriorando visiblemente.Ya no es sólo una crisis económica. Esta es una verdadera
crisis de civilización que estamos experimentando en tiempo real. Estos
maquiavélicos zelitas que dicen gobernar han sacrificado el futuro de su pueblo
en aras de ganancias inmediatas, y el resultado es inevitable con un colapso en
cadena ahora imparable sin la eliminación masiva de los responsables. La
evidente corrupción de los gobiernos, la destrucción planificada de los
servicios públicos, el aumento exponencial del coste de la vida, el reemplazo
masivo de los pueblos indígenas, el confinamiento de los opositores, la
vigilancia generalizada, todo está orquestado para convertir a las masas en
presas fáciles de explotar. El Reino Unido, como Francia y cualquier otro país
liderado por Jóvenes Líderes, alguna vez considerado una tierra de
oportunidades, se está convirtiendo en un caldo de cultivo de miseria social y
económica apenas digna de vivir en las favelas.
Por tanto, el problema, como hemos observado muchas veces,
no se limita a un solo país y este fenómeno se está extendiendo a gran
velocidad por todo Occidente. Macron y sus acólitos, en su progresiva carrera
precipitada, están aplicando exactamente este mismo modelo de destrucción
violenta y masiva en Francia, incluso si todavía parece estar en ciernes entre
aquellos arraigados en el sofá. Por lo tanto, esta nación está llamada a sufrir
el mismo trato despreciable con el colapso total de sus servicios públicos, el
aumento del costo de la vida y los impuestos abusivos y, sobre todo, la
restricción de la libertad individual bajo el pretexto de débiles estándares
ecológicos y de seguridad establecidos por parte de la UE. La lógica es, por
tanto, clara: crear un pueblo miserable y dependiente, más fácil de controlar,
si no de castigar.
No podemos seguir aceptando decentemente esta marcha forzada
hacia la decadencia y el suicidio colectivo. Y es imperativo denunciar este
sistema de mafiosos globalizados que actúan como una banda organizada, que
sacrifican generaciones enteras, si no la civilización misma, para alimentar su
sed de poder absoluto y ganancias excesivas. La elección ya no es entre aceptar
o resistir, sino entre sobrevivir bajo este sistema opresivo o liberarse de una
vez por todas de esta trampa. Sin embargo, es hora de salir del marco macabro impuesto
por estos zelitas (que sólo están ahí a través de la corrupción y la pura
violencia) para negarnos a participar en esta farsa de la que somos víctimas y
buscar alternativas inmediatas que preserven la independencia y la dignidad
humana.
Para demostrar que el mundo entero ha caído en la trampa de
estos villanos globales, es crucial entender que su objetivo no es simplemente
controlar las naciones, sino instalar un sistema de servidumbre global, donde
cada recurso, cada individuo, cada libertad sea luego monopolizado en beneficio
de una casta malvada cada vez más restringida y todopoderosa. La ilusión de un
"progreso universal", hábilmente disfrazada bajo lemas de
sostenibilidad, igualdad y "justicia social", es sólo una fachada para
hipnotizar a los idiotas y una verdadera conspiración cuyo objetivo final es la
destrucción de naciones soberanas y la esclavización de los pueblos en su
totalidad. . Al menos para aquellos que resistirán mejor las inyecciones y las
órdenes judiciales.
Esta pequeña mafia y casta degenerada, a través de
organizaciones globalistas como el Foro Económico Mundial (FEM), la OMS, pero
también la OTAN o la UE, han logrado infiltrarse en todos los sistemas de
gobernanza moderna, influyendo -a través del chantaje y la corrupción- directamente
en las decisiones de los líderes de las naciones.
Su agenda es clara:
- Privatizar todos los recursos naturales y vivos,
- Destruir las estructuras tradicionales, espirituales y
comunitarias,
- Reducir la población en calidad y cantidad a una masa
homogénea, dócil y consumista.
Por lo tanto, cada crisis, cada guerra, cada catástrofe, ya
sea económica, sanitaria, militar o ambiental, es orquestada y explotada para
legitimar el control más estricto sobre la sociedad y monopolizar los bienes
comunes.
Tomemos el ejemplo de los recursos naturales. A través de
acuerdos comerciales internacionales, las multinacionales -a menudo dirigidas
por secuaces de los globalistas- han asumido el derecho de explotar tierras,
bosques, minerales y océanos, al tiempo que privan a todas las poblaciones
locales de sus medios de subsistencia. Generando de facto la afluencia masiva
de inmigrantes ilegales que llegan a nuestras costas. La escala de esta
extracción de recursos está más allá de la imaginación común y países enteros
se están transformando en campos de juego y campos de experimentación para
corporaciones gigantes, en detrimento de la supervivencia de las generaciones
futuras. El acaparamiento de tierras agrícolas para la producción de alimentos,
la explotación de la fauna y la flora con fines de lucro o la privatización de
los recursos hídricos son ejemplos de cómo estos carroñeros desposeen a la
gente de los bienes que aún les pertenecen legalmente.
El otro gran objetivo de los globalistas es destruir todas
las estructuras de soberanía nacional. A través de instrumentos como la Unión
Europea u organizaciones como las Naciones Unidas y la OMS, imponen leyes
supranacionales, privando a las personas de toda capacidad de decidir sobre su
futuro y reprimiendo violentamente a sus oponentes. La crisis migratoria, por
ejemplo, no es un accidente, sino un proceso deliberado para diluir la
identidad nacional, desestabilizar las sociedades y romper la cohesión social.
Y todo ello gracias a subvenciones masivas que vacían las cuentas nacionales y
desposeen a los habitantes. A través de acuerdos internacionales sobre el clima
(que allí también manipulan excesivamente), subsidios y deudas insostenibles,
obligan a los países a transferir sus recursos a estas entidades no elegidas que
sólo sirven a los intereses de las grandes potencias financieras, si no
directamente a los suyos.
Estos zelitas pseudoglobalistas no buscan en modo alguno
preservar el planeta, sino instaurar una forma de abominable totalitarismo
tecnológico, en el que los recursos naturales sean acumulados por este pequeño
grupo y en el que la población mundial, reducida al estado de consumidores y
trabajadores, sea vigilada y controlados a través de sistemas digitales cada
vez más intrusivos. Este control sólo implica la explotación de tecnologías de
vigilancia y gestión de la población, como los sistemas de crédito social ya
probados en China, los pases sanitarios o incluso la centralización de datos
personales gestionados por manos privadas.
La ideología detrás de este proyecto es, por tanto, clara:
transformar a cada individuo en una simple unidad de consumo, cuyas necesidades
y comportamientos se modelan para servir a los intereses de las
multinacionales, al mismo tiempo que los separan de sus raíces. Educación, salud,
espiritualidad, trabajo, consumo, todo se transforma en un producto para
explotar. Ya no es un mundo donde el individuo es libre, sino un universo
artificial donde es dependiente, donde su valor ahora se mide por su utilidad
en este moribundo sistema económico global.
Los desastres económicos recurrentes, las guerras
interminables, las crisis sanitarias e incluso las llamadas emergencias
climáticas son oportunidades para que estos bastardos enloquecidos por la
arrogancia extiendan su control total. Estas crisis se manipulan únicamente
para crear mercados rentables, vender soluciones que sirvan para acabar con
todas las pequeñas empresas y los tejidos sociales y económicos y para mantener
a las grandes multinacionales en una posición dominante.
La destrucción no es un subproducto de este sistema, es una
parte integral de él. Primero se destruye la soberanía, luego las
infraestructuras económicas, luego las libertades individuales y finalmente la
humanidad misma, para obligar a los pueblos a someterse a un estado de
dependencia total. El deseo mortal subyacente es imponer un sistema globalizado
de esclavitud moderna, donde los recursos se concentran en manos de una élite
global, y donde la masa humana no es más que una simple máquina de producir y
consumir, y además pronto demasiado engorrosa, por la llegada de los robots...
Así que la solución no es esperar que estos globalistas
locos cambien de rumbo o que surja un sistema más justo desde dentro de esta
estructura podrida. Su lógica es tan implacable como sus acciones y no deja
lugar a la libertad ni a la autonomía de los pueblos. Sólo la resistencia, la
conciencia colectiva y la acción decisiva pueden ofrecer una alternativa. Es
imperativo despertar las últimas conciencias capaces de serlo, denunciar este sistema
de explotación poniéndolo en evidencia y reconstruir por nosotros mismos
comunidades autónomas, independientes y soberanas que rechacen esta trampa de
la esclavitud moderna.
El mundo occidental, está ahora colapsando inexorablemente
bajo el peso de sus decisiones destructivas lideradas por una gobernanza
traidora. La única pregunta que queda es si seremos sólo los testigos malditos
de esta caída, o si finalmente elegiremos luchar como Hombres por un futuro
diferente.
Así que, para los que habéis leído hasta aquí, no esperéis
más análisis ni soluciones de mi parte, ¡porque ya sabéis perfectamente de qué
se trata!
Porque, sinceramente, ¿a qué más esperas para ponerte en
marcha?
Phil BROQ.
https://jevousauraisprevenu.blogspot.com/2025/01/ils-te-veulent-docile-ou-mort.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario