20.1.25

Ser sólo los testigos de esta caída, o elegir luchar como Hombres por un futuro

TE QUIEREN DÓCIL O MUERTO            

Los herederos decadentes llamados globalistas, a través de su sistema globalizado de dominación, han orquestado una vasta maniobra de saqueo de naciones. No se trata de un proyecto de desarrollo ni de prosperidad, sino de una empresa de destrucción civil y económica que avanza a un ritmo forzado, tanto más evidente en países como Reino Unido y Francia, donde a partir de ahora se aplica la política de tierra arrasada que se pone en el punto de mira. Bajo la ilusión de un progreso inexorable, estos zelitas cada vez menos invisibles tienen el único objetivo declarado de vaciar todas las arcas públicas, manipular a las masas hipnotizadas y mantener su poder a toda costa, degradando al máximo las condiciones de vida de los ciudadanos.

El ejemplo del Reino Unido es edificante. Una vez que un país donde la vida era buena, con una moneda fuerte y bajos impuestos, se ha convertido en una sociedad profundamente enferma, carcomida por la inflación, las desigualdades crecientes, la ideología despierta, la inmigración masiva y odiosa y la destrucción de todos los servicios públicos.

Cada reforma, cada ley, cada decisión política parece llevarse a cabo con el único objetivo de servir a la agenda suicida 2030, que quiere reducir a los ciudadanos a un puñado de simples consumidores, desconectados de las realidades pero conectados a la IA, mientras excavan en las redes sociales y las brechas económicas tanto como sea posible antes del lógico colapso del país. Los médicos son ahora proveedores de servicios que facturan por minuto, los pobres pagan cada vez más impuestos por servicios públicos que ya no satisfacen sus necesidades, lejos de los centros urbanos ocupados por inmigrantes y donde las infraestructuras se están deteriorando visiblemente.

Ya no es sólo una crisis económica. Esta es una verdadera crisis de civilización que estamos experimentando en tiempo real. Estos maquiavélicos zelitas que dicen gobernar han sacrificado el futuro de su pueblo en aras de ganancias inmediatas, y el resultado es inevitable con un colapso en cadena ahora imparable sin la eliminación masiva de los responsables. La evidente corrupción de los gobiernos, la destrucción planificada de los servicios públicos, el aumento exponencial del coste de la vida, el reemplazo masivo de los pueblos indígenas, el confinamiento de los opositores, la vigilancia generalizada, todo está orquestado para convertir a las masas en presas fáciles de explotar. El Reino Unido, como Francia y cualquier otro país liderado por Jóvenes Líderes, alguna vez considerado una tierra de oportunidades, se está convirtiendo en un caldo de cultivo de miseria social y económica apenas digna de vivir en las favelas.

Por tanto, el problema, como hemos observado muchas veces, no se limita a un solo país y este fenómeno se está extendiendo a gran velocidad por todo Occidente. Macron y sus acólitos, en su progresiva carrera precipitada, están aplicando exactamente este mismo modelo de destrucción violenta y masiva en Francia, incluso si todavía parece estar en ciernes entre aquellos arraigados en el sofá. Por lo tanto, esta nación está llamada a sufrir el mismo trato despreciable con el colapso total de sus servicios públicos, el aumento del costo de la vida y los impuestos abusivos y, sobre todo, la restricción de la libertad individual bajo el pretexto de débiles estándares ecológicos y de seguridad establecidos por parte de la UE. La lógica es, por tanto, clara: crear un pueblo miserable y dependiente, más fácil de controlar, si no de castigar.

No podemos seguir aceptando decentemente esta marcha forzada hacia la decadencia y el suicidio colectivo. Y es imperativo denunciar este sistema de mafiosos globalizados que actúan como una banda organizada, que sacrifican generaciones enteras, si no la civilización misma, para alimentar su sed de poder absoluto y ganancias excesivas. La elección ya no es entre aceptar o resistir, sino entre sobrevivir bajo este sistema opresivo o liberarse de una vez por todas de esta trampa. Sin embargo, es hora de salir del marco macabro impuesto por estos zelitas (que sólo están ahí a través de la corrupción y la pura violencia) para negarnos a participar en esta farsa de la que somos víctimas y buscar alternativas inmediatas que preserven la independencia y la dignidad humana.

Para demostrar que el mundo entero ha caído en la trampa de estos villanos globales, es crucial entender que su objetivo no es simplemente controlar las naciones, sino instalar un sistema de servidumbre global, donde cada recurso, cada individuo, cada libertad sea luego monopolizado en beneficio de una casta malvada cada vez más restringida y todopoderosa. La ilusión de un "progreso universal", hábilmente disfrazada bajo lemas de sostenibilidad, igualdad y "justicia social", es sólo una fachada para hipnotizar a los idiotas y una verdadera conspiración cuyo objetivo final es la destrucción de naciones soberanas y la esclavización de los pueblos en su totalidad. . Al menos para aquellos que resistirán mejor las inyecciones y las órdenes judiciales.

Esta pequeña mafia y casta degenerada, a través de organizaciones globalistas como el Foro Económico Mundial (FEM), la OMS, pero también la OTAN o la UE, han logrado infiltrarse en todos los sistemas de gobernanza moderna, influyendo -a través del chantaje y la corrupción- directamente en las decisiones de los líderes de las naciones. 

Su agenda es clara:

- Privatizar todos los recursos naturales y vivos,

- Destruir las estructuras tradicionales, espirituales y comunitarias,

- Reducir la población en calidad y cantidad a una masa homogénea, dócil y consumista.

Por lo tanto, cada crisis, cada guerra, cada catástrofe, ya sea económica, sanitaria, militar o ambiental, es orquestada y explotada para legitimar el control más estricto sobre la sociedad y monopolizar los bienes comunes.

Tomemos el ejemplo de los recursos naturales. A través de acuerdos comerciales internacionales, las multinacionales -a menudo dirigidas por secuaces de los globalistas- han asumido el derecho de explotar tierras, bosques, minerales y océanos, al tiempo que privan a todas las poblaciones locales de sus medios de subsistencia. Generando de facto la afluencia masiva de inmigrantes ilegales que llegan a nuestras costas. La escala de esta extracción de recursos está más allá de la imaginación común y países enteros se están transformando en campos de juego y campos de experimentación para corporaciones gigantes, en detrimento de la supervivencia de las generaciones futuras. El acaparamiento de tierras agrícolas para la producción de alimentos, la explotación de la fauna y la flora con fines de lucro o la privatización de los recursos hídricos son ejemplos de cómo estos carroñeros desposeen a la gente de los bienes que aún les pertenecen legalmente.

El otro gran objetivo de los globalistas es destruir todas las estructuras de soberanía nacional. A través de instrumentos como la Unión Europea u organizaciones como las Naciones Unidas y la OMS, imponen leyes supranacionales, privando a las personas de toda capacidad de decidir sobre su futuro y reprimiendo violentamente a sus oponentes. La crisis migratoria, por ejemplo, no es un accidente, sino un proceso deliberado para diluir la identidad nacional, desestabilizar las sociedades y romper la cohesión social. Y todo ello gracias a subvenciones masivas que vacían las cuentas nacionales y desposeen a los habitantes. A través de acuerdos internacionales sobre el clima (que allí también manipulan excesivamente), subsidios y deudas insostenibles, obligan a los países a transferir sus recursos a estas entidades no elegidas que sólo sirven a los intereses de las grandes potencias financieras, si no directamente a los suyos.

Estos zelitas pseudoglobalistas no buscan en modo alguno preservar el planeta, sino instaurar una forma de abominable totalitarismo tecnológico, en el que los recursos naturales sean acumulados por este pequeño grupo y en el que la población mundial, reducida al estado de consumidores y trabajadores, sea vigilada y controlados a través de sistemas digitales cada vez más intrusivos. Este control sólo implica la explotación de tecnologías de vigilancia y gestión de la población, como los sistemas de crédito social ya probados en China, los pases sanitarios o incluso la centralización de datos personales gestionados por manos privadas.

La ideología detrás de este proyecto es, por tanto, clara: transformar a cada individuo en una simple unidad de consumo, cuyas necesidades y comportamientos se modelan para servir a los intereses de las multinacionales, al mismo tiempo que los separan de sus raíces. Educación, salud, espiritualidad, trabajo, consumo, todo se transforma en un producto para explotar. Ya no es un mundo donde el individuo es libre, sino un universo artificial donde es dependiente, donde su valor ahora se mide por su utilidad en este moribundo sistema económico global.

Los desastres económicos recurrentes, las guerras interminables, las crisis sanitarias e incluso las llamadas emergencias climáticas son oportunidades para que estos bastardos enloquecidos por la arrogancia extiendan su control total. Estas crisis se manipulan únicamente para crear mercados rentables, vender soluciones que sirvan para acabar con todas las pequeñas empresas y los tejidos sociales y económicos y para mantener a las grandes multinacionales en una posición dominante.

La destrucción no es un subproducto de este sistema, es una parte integral de él. Primero se destruye la soberanía, luego las infraestructuras económicas, luego las libertades individuales y finalmente la humanidad misma, para obligar a los pueblos a someterse a un estado de dependencia total. El deseo mortal subyacente es imponer un sistema globalizado de esclavitud moderna, donde los recursos se concentran en manos de una élite global, y donde la masa humana no es más que una simple máquina de producir y consumir, y además pronto demasiado engorrosa, por la llegada de los robots...

Así que la solución no es esperar que estos globalistas locos cambien de rumbo o que surja un sistema más justo desde dentro de esta estructura podrida. Su lógica es tan implacable como sus acciones y no deja lugar a la libertad ni a la autonomía de los pueblos. Sólo la resistencia, la conciencia colectiva y la acción decisiva pueden ofrecer una alternativa. Es imperativo despertar las últimas conciencias capaces de serlo, denunciar este sistema de explotación poniéndolo en evidencia y reconstruir por nosotros mismos comunidades autónomas, independientes y soberanas que rechacen esta trampa de la esclavitud moderna.

El mundo occidental, está ahora colapsando inexorablemente bajo el peso de sus decisiones destructivas lideradas por una gobernanza traidora. La única pregunta que queda es si seremos sólo los testigos malditos de esta caída, o si finalmente elegiremos luchar como Hombres por un futuro diferente.

Así que, para los que habéis leído hasta aquí, no esperéis más análisis ni soluciones de mi parte, ¡porque ya sabéis perfectamente de qué se trata!

Porque, sinceramente, ¿a qué más esperas para ponerte en marcha?

Phil BROQ.

https://jevousauraisprevenu.blogspot.com/2025/01/ils-te-veulent-docile-ou-mort.html  

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