Dejemos que las cosas pasen por qué alguna finalidad tienen, aunque no la veamos

© LA ENERGÍA UNIVERSAL                    

La energía universal, la energía divina, el amor, se manifiesta a través del ser humano de forma espontánea. Sólo hace falta que el individuo se abra y vaya por la vida confiado, dejando fluir y fluyendo él mismo con los acontecimientos. Sin controlar ni juzgar, dejando de "pensarlo todo". La vida ya cuida de lo que hace falta en cada momento y facilita la armonía de todas las cosas.

El espíritu que lo vivifica todo se manifiesta continuamente y al margen de nuestras "decisiones". No podemos "decidir" amar porque el amor aparece y nosotros somos testigos pero no creadores. Nuestra única opción es si disfrutamos de ello y somos canal de expresión o nos desentendemos y entonces no hay manifestación de ningún tipo.

Por tanto, el amor, el verdadero Amor, nos sobrepasa. Lo que llamamos amor habitualmente es compasión, interés e incluso miedo… Nos agarramos a alguien, "le amamos" a cambio de ser queridos: Esto es dependencia, apego, control… pero no Amor.

Cuando se manifiesta el amor a través nuestro, no nos damos cuenta. Nosotros sólo somos el canal por el que se manifiesta. Nosotros somos el difusor de esa energía pero no los creadores. El AMOR "ama" por medio de nosotros. Es como aquello que dice: nosotros no vivimos, es la Vida quien "nos vive". Somos indispensables para la manifestación, pero no somos la manifestación.

El canal que nosotros somos tendría el símil de un cable eléctrico que conecta la fuente de energía con la bombilla o aparato que se pone en marcha al recibirla. Nosotros somos el cable eléctrico indispensable para la transmisión y lo único que necesitamos es dejar libre el paso, no bloquear la energía con nuestras "intromisiones", queriendo controlarlo todo, dirigirlo o, al menos, saber por qué ocurre lo que pasa!

No tenemos acceso a la perspectiva global y por eso no entendemos muchas cosas que ocurren. Si confiamos en la vida seguro que saldremos ganando haciendo nuestra parte, disfrutando de lo que tenemos a nuestro alcance y dejando que lo que nos sobrepase… pase.

Dejemos que las cosas pasen por qué alguna finalidad tienen, aunque no la veamos.

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Joan Martí - Espai de Reflexió - 4/08/2009

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