LA INTERVENCIÓN
EL EJEMPLO DE LA CUERDA
Cuando saquéis lo que
hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará. Si no lo tenéis dentro de
vosotros, esto que no tenéis dentro de vosotros os matará. — Textos de Nag
Hammadi.
Me doy cuenta, al empezar a escribir, de que nada,
absolutamente nada de lo que te diga, te va a facilitar tu camino individual. Y
es que, por más que sigamos a autores que nos den referencias, la experiencia
en primera persona es lo único que merece la pena. No porque lo diga yo, sino
porque es lo único que realmente funciona.
Han sido unos meses complicados, muy complicados y muy sometidos a la dualidad. Cuando no te queda otra que elegir entre A y B porque no hay más opciones, tomas una decisión sin saber realmente en dónde te has metido hasta que ya estás dentro. Seguro que es un buen reflejo del alma antes y después de acceder a lo que experimentamos como vida física.
Por el camino intentas racionalizar muchas cosas, la mayoría
de las veces meras justificaciones. Intentas tomar decisiones seguras, intentas
creer en ti, te fuerzas a salir de tu zona de confort y empiezas o, mejor
dicho, te atascas en el hacer en lugar de tomar conciencia del ser. Como si
todo lo que hicieras tuviera que ser trascendental. Pero te das cuenta de que
una cosa es el día a día y otra muy distinta tu esencia.
No sabría cómo decirlo de mejor manera o cómo expresarlo
para que se entienda, porque no se trata solamente de hacer, sino de ser. Y que
ese reflejo del ser, sea nuestra proyección en el entorno material, y sea
realmente la experiencia que hemos venido a manifestar. Al final, esas pequeñas
decisiones que tomas día a día son las que condicionan tu intervención aquí,
más allá del hacer.
Los “tengo que” y entrar en modo “hacer”
En resumidas cuentas, me estaba agobiando, y mucho, por no
llegar a hacer lo que realmente quería hacer, por no entender mi vocación. Y
quizás ese es mi atasco. No sé si quizás es el atasco de muchos otros que se
ven enfrascados en el "tengo que" y en una lista de tareas que nunca
termina, cuyo fin no es más que la prolongación de la tarea y del proyecto
anterior. Dejando en un segundo plano el ser para que prevalezca el hacer, en
un circuito cerrado que siempre se repite y que se alimenta de sí mismo.
Llego a la conclusión de lo fácil que es caer en la deriva
del hacer, olvidando el sentido del ser. Y nadie me va a salvar de hacer lo que
tengo que hacer, porque no hay sustituto. Soy responsable de mi propia vida y,
por ende, de mi propio mantenimiento y sustento. Nunca he tenido más claro que,
teniendo una parte material y presente—por no decir indudable—, lo que no seas
capaz de hacer por ti mismo, para ti mismo, nadie lo va a hacer por ti,
creas que puedas pagarlo o no.
Me di cuenta, o mejor dicho, me obligué a recordar que mi
mente es un software y mi cuerpo un hardware. Conceptos que he repetido en
innumerables ocasiones y que he tenido que hacer más presentes que nunca para
distinguir el ser del hacer. Puedo ponerlos en función del ser, si soy capaz de
mantener mi consciencia donde ha de estar, centrada en lo de dentro, centrada
en el ser, más que en el hacer.
No es fácil cuando vives rodeado de ruido. Te das cuenta de
que no existe más paz o silencio que el que seas capaz de crear en ti mismo.
Fuera de ti no hay paz, ni silencio, ni equilibrio. Al menos, no lo hay acorde
a tu frecuencia, y esa es precisamente tu razón de ser allí. Porque eres tú,
soy yo, somos nosotros quienes, a través de nuestra intervención desde el ser,
somos capaces de equilibrar la frecuencia allí donde nos manifestamos.
Comprobar a diario, error tras error, que buscar este equilibrio fuera de uno
mismo equivale a entrar en deriva.
La matrix “no se deja”
Y cuando tienes la sensación de que el entorno y los agentes
se alimentan de ti, de que todo el mundo te encuentra para buscar respuestas o
soluciones, para depositar en ti responsabilidad y parte activa, ese es el
mejor indicador de que no estás haciendo bien tu trabajo.
Mejor explicado: no es que hagas mal tu trabajo, es que
estás cediendo al hacer en lugar del ser, desviando el sentido de tu vocación
primordial. El ecosistema lucha por mantener su equilibrio y hace todo lo que
está en su mano para que tú formes parte de esa Matrix.
Por eso es tan difícil hacer cambios en el entorno. La Matrix “no se deja” y te pone, si lo permites,
en modo “hacer”, en modo “tengo que”, para que tu frecuencia primordial,
aquella que has venido a manifestar, no haga cambios en este ecosistema
cerrado. Y así te conviertas en una pieza más del sistema que lo haga funcionar
sin generar un cambio. Por eso cuando entramos en modo “tengo que” da la
sensación de que la tarea nunca termina.
Es por ello que buscar paz y equilibrio fuera de ti mismo es
un imposible. No es así como funciona. Ese equilibrio nace de ti, a través de
la frecuencia que has venido a aportar en tu intervención individual. ¿Cómo
expresarlo para que se entienda? En la siguiente frase: "Lo que puedes hacer tú, no lo puede hacer nadie más por ti",
haría el siguiente cambio: "Lo que eres tú, no lo es nadie más que tú".
Ese es el verdadero valor de la intervención: hacer desde el ser.
El ejemplo de la cuerda
Imagina por un momento que nuestra frecuencia de manifestación pudiera percibirse
como una onda, materialmente reflejada, para entendernos, en una cuerda. La
altura desde el suelo a la que fijamos esta cuerda sería nuestra altura
frecuencial. Tenemos que ir fijando esta cuerda punto por punto, como si fuera
una catenaria, en todos los lugares por los que decidamos pasar. En algunos
puntos estará más alta y, en otros, más baja; más o menos accesible, pero será
siempre la misma cuerda.
El punto más alto y el punto más bajo son los que definen la
banda de frecuencia de tu manifestación, la amplitud de tu onda. No todo el
mundo llegará a alcanzar el punto más alto; quizás más personas llegarán a
tocar los puntos intermedios y los puntos más bajos. Y aquí es donde quiero
hacer más hincapié: altas frecuencias no quiere decir "bueno" y bajas
frecuencias no quiere decir "malo". Eso es importante que lo
entendamos.
Está en nuestras manos saber discernir hasta qué punto
modulamos nuestra frecuencia y, más aún, en un entorno cerrado e interferido
como en el que nos encontramos. Solo así nuestra manifestación podrá generar cambios
en el ecosistema. Según los puntos donde realicemos la intervención, esta puede
ser de alta o de baja frecuencia. O simplemente mantenerla estable, o
aguantarla hasta que venga nuestro relevo.
Esto no es
trabajo de uno solo, no es un plan rígido. El alma no se queda en
una cuadrícula. Puede tratarse simplemente de mantener el equilibrio, de
aportar allí donde estamos y cuando estamos la frecuencia que complete, aporte
o baje el equilibrio de entorno. Y quizás—esto es lo que nunca se dice—sea
necesario bajarla lo suficiente, para hacerla accesible a todos aquellos que
también buscan su oportunidad de manifestación.
Nuestro trabajo no es ir tocando con una varita mágica allí
donde vamos: es también estructural. Desde el momento en que entendemos que la
libertad del alma es primordial, sabemos que no podemos tomar decisiones por
nadie. Piensa en el trabajo, de todas las almas que se han manifestado antes,
durante y que lo harán después de nosotros, que nos resulta imperceptible, en
esta banda de frecuencia 3D y en todas aquellas que nos afectan y de las que ni
siquiera somos conscientes.
¿Qué es lo que sí podemos hacer en nuestra intervención?
Hacer los cambios necesarios y tender los puentes para que otras almas, como
nosotros, tengan su oportunidad.
- No
iluminamos a nadie. No decidimos por nadie. No le decimos a nadie lo que
tiene que hacer.
- No
entramos en nadie para cambiarlo, ni lo pretendemos, porque ese cambio
sólo puede nacer desde uno mismo, siempre desde dentro hacia fuera.
- Podemos
decir que nuestra labor consiste en afectar al escenario, para que los
actores puedan actuar.
No podemos ser actores por todos, ni ahorrarles el paso que
necesariamente han de dar desde dentro. Es por eso que esta intervención, es más estructural que de
performance. Porque actuamos sobre el ecosistema, desde dentro hacia
fuera, no sobre otros más allá que como inspiración, pero cada uno ha de hacer
su propio trabajo.
Nadie tiene que venir a salvarte. Nos salvamos a nosotros
mismos.
https://www.desesperadostv.com/2025/02/la-intervencion-el-ejemplo-de-la-cuerda.html
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