© HABLEMOS DE VALORES Y CUALIDADES
Generosidad y cariño. Calor y
acogida. Bondad y ayuda... la lista puede ser muy extensa, basta con que miremos
nuestro entorno y encontraremos un buen fajo.
Mi experiencia personal me ha
deparado recientemente una buena muestra de generosidad y cariño que me ha
supuesto un gran bienestar y satisfacción.
Bienestar por la aplicación
de una terapia energética y el ofrecimiento de consejos saludables.
Satisfacción al comprobar la existencia de seres espléndidos y desprendidos,
llenos de humanidad y virtudes.
En tiempos tan nefastos donde la negatividad parece llenarlo todo, da gusto poder dar fe de valores encarnados en personas cercanas que te ayudan a superar el pesimismo imperante.
Todos tenemos algo que dar y
somos destinatarios para recibir lo que nos puede convenir. Derribar la carcasa
que nos separa de los demás por prejuicios, desconfianza o miedo, nos
facilitaría el poder intercambiar nuestras respectivas potencialidades que
supondrían un alivio vital.
El contacto personal directo
es la mejor manera de conseguir bienestar mutuo (físico y espiritual) a la vez de
poder encontrar el calor siempre tan necesario.
Sean cuales sean los
acontecimientos que nos rodean, la acogida y la ayuda mutua que podemos
proporcionarnos unos a otros son la mejor receta para vivir en paz y
tranquilos.
La cuestión no es que
tengamos que cambiar el mundo sino que nosotros hemos de abrirnos y
predisponernos a ejercer nuestras capacidades en beneficio de quienes tengamos
cerca.
Cada uno de nosotros ha sido
agraciado con algún don que le hace especial. Nuestra tarea sería desplegar
este don -de forma gratuita- haciéndolo útil para quien pueda necesitarlo.
Cuando somos conscientes que
tenemos al alcance el hacer feliz a alguien, a partir de unas facultades
propias innatas, sentimos de una parte agradecimiento y de otra satisfacción
por la potencialidad de que disponemos.
O sea que sólo hace falta
averiguar cuál es nuestro don y hacerlo fructificar generosamente, lo que nos
reportará un bienestar extremo viendo su incidencia en el otro.
Es extraordinario constatar
cómo todo el mundo -sea cual sea su apariencia externa- está equipado con una
herramienta exclusiva que le permite ayudar a su prójimo.
No hay que ser necesariamente
inteligente o superdotado pues bajo un aspecto ignorante o débil puede haber
unos valores que pueden ser de gran ayuda.
Aquí cabe destacar lo de no
juzgar a nadie pues todos somos criaturas creadas con un equipaje proporcional
a pesar de las diferencias a primera vista.
En el Universo todo está
equilibrado. Todo él es como un juego de vasos comunicantes. Todos somos un
compendio en equilibrio de virtudes y defectos, de alegrías y tristezas, de
sentido común y necedad...
Debemos lidiar con nuestra
constitución y servirnos de nuestro equipamiento y nuestro don especial para
movernos por la vida y entre todos los que viven a nuestro alrededor.
Por tanto no se trata de
“cambiarnos” sino de aceptar lo que somos y hacer buen uso de todo aquello de
lo que disponemos, en nuestro beneficio y en el de los demás.
Imaginemos una aldea donde todos
viviéramos: uno podría hacer de carpintero, otro de albañil, otro de pintor...
Quien supiera leer, escribir, cantar, bailar... podría enseñar a los demás.
En realidad, todos podemos
hacer de todo, con interés y buena voluntad. De lo que se trata es de intercambiarlo,
compartirlo... en un ámbito donde todo el mundo pone de su parte lo mejor que
sabe.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 19
febrero 2025
OTROS ESCRITOS DEL MISMO AUTOR: https://masacriticaconsciente.blogspot.com/p/escritos-propios.html
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